Nuestro encuentro con la Palabra de Dios…
-Pbro. Gustavo Sosa
Domingo 30 de Agosto de 2020 Domingo 21 durante el año Mt 16,21-27. Cuando Jesús anuncia por primera vez que va a Jerusalén a padecer y que allí será entregado a muerte y resucitará al tercer día, se encuentra con la reacción, de buena fe, pero exagerada, de Pedro que quiere impedir ese fracaso a Cristo.
La respuesta de Jesús hoy no es ciertamente de alabanza, como en el domingo pasado, sino una de las más duras palabras que salieron de su boca: “Apártate de mí, Satanás”. Cristo le invita –nos invita- a pensar como Dios y no como los hombres. Y esto, ¿por qué?
Porque los hombres pensamos en clave de éxito y no de fracaso. Y cuando no viene ese éxito, nos invade la depresión, el desaliento y la tristeza. Miremos lo que está ocurriendo con tantos, en medio de esta pandemia.
En segundo lugar, los hombres pensamos en clave de poder y ambición, y no de humildad y desprendimiento. A Pedro no le cabe en la cabeza la idea de la humillación, del despojo, del último lugar. No había entendido que toda autoridad se debe ejercer como servicio, y no como dominio. ¡Le quedaba tanto por madurar! Nos queda tanto por madurar. Pensamos como los hombres y no como Dios…
Finalmente, los hombres pensamos en clave de comodidad y no de cruz. ¿A quién le gusta la cruz? Ya nos avisó Jesús. No nos prometió que su seguimiento sería fácil y cómodo. “Carga con la cruz y sígueme”. – Preferimos un cristianismo “a la carta”, aceptando algunas cosas del evangelio y omitiendo otras. La cruz la tenemos, tal vez, como adorno en las paredes o colgada del cuello. Pero de que esa cruz se hunda en nuestro corazón, no queremos saber nada.
Si alguien me preguntara que significa cargar la cruz, le diría que mire a su alrededor y vea lo que estamos viviendo: Cruz de los enfermos que no saben cómo terminará su estado; cruz de los agentes sanitarios, que en muchos casos, ya no dan más; cruz del que se quedó sin trabajo; cruz del que llora algún muerto; cruz de aquellos bien intencionados que siguen luchando a pesar de todo; cruz de una población que vive angustiada en una misma enfermedad; cruz de pensar que los recursos sanitarios son escasos, que los alimentos son escasos, que las posibilidades de futuro son escasas; cruz que aguanta la irresponsabilidad de muchos que piensan que no les pasa nada y no se cuidan, ni cuidan a los demás…
Quiero reafirmar mi fe en Jesús, el Salvador, que ha vencido a la muerte y que, al seguirlo, nos da la fuerza para alcanzar juntos la gloria del Padre Celestial, donde Cristo reina para siempre.