Qué dice la calle… Miércoles 14 de Septiembre
La frase de hoy: “Sarmiento no fue un prócer más. Fue el maestro de todos los maestros…”.
En pleno mes de la Revolución de Mayo, allá por 1810, el matrimonio formado por José Clemente Sarmiento y Paula Albarracín engendraba un nuevo vástago, un nuevo Sarmiento. En San Juan de la Frontera el 15 de febrero de 1811 nacía Faustino Valentín, pero la historia lo recordaría como Domingo, el santo al que la madre rezaba para que el pequeño fuera menos travieso. Era el quinto hijo y llegarían tres más.
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El mito dice que el niño no faltaba nunca a clase. Es verdad, pero las clases eran pocas en aquella Escuela de la Patria. Y no hubo biblioteca de San Juan que no fuera devorada por la curiosidad del muchachito nacido en el barrio de El Carrascal. De los ocho hijos de la familia, cinco llegarían a edad adulta: Domingo y sus cuatro hermanas, que junto con la madre serán las primeras mujeres con protagonismo en la vida de Sarmiento. Doña Paula vivió 87 años, la hermana mayor Francisca 85, Bienvenida 95, Rosario 89 y Procesa 81.
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La madre ocupa un lugar central en los afectos perpetuos del único sanjuanino que llega a la presidencia de la República y puede admirarse el cariño que sentía Domingo por doña Paula en las páginas de Recuerdos de Provincia, uno de los tantos libros del escritor en castellano más prolífico del siglo XIX.
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En uno de sus tantos viajes a Chile, en una pequeña población rural el joven Domingo conoce a María de Jesús del Canto, una muchacha que asistía fascinada a las clases donde se enseñaba a leer y escribir, y así se enamoraron. Sabemos que de ese romance nacerá en 1832 Ana Faustina, la primera hija de Sarmiento, la mujer que será criada en San Juan por doña Paula y que acompañará a don Domingo hasta su muerte.
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Nada más sabemos de María de Jesús. Sólo sabemos que Sarmiento se hizo cargo de su hija recién nacida, cruza los Andes con ella rumbo a San Juan y será su abuela quien criaría a su primera nieta, Anita.
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La amante y esposa de Sarmiento: La dama, doña Benita Martínez Pastoriza, se convierte en amante de Sarmiento mientras su esposo, Castro Calvo realiza un largo viaje por Europa. En la medianía de la década de 1840 nace el fruto de ese amor clandestino, Domingo Fidel.
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Aurelia, el amor perpetuo de Sarmiento: Sin embargo, es correcto decir que su amor otoñal fue el verdadero y definitivo. Aurelia, la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, su colega de ministerio en los tiempos del gobernador Bartolomé Mitre, y luego su propio ministro, se convirtió en la gran promotora de la candidatura de don Domingo a la presidencia. Vale recordar que Sarmiento era en 1868 embajador argentino en los Estados Unidos.
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Aurelia Vélez Sársfield y Sarmiento.
Al regreso de los Estados Unidos, Sarmiento se hizo presidente y allí descubrió que Aurelia se había separado, lo mismo que él, y eso les abrió el camino del amor. Llegaron a convivir en la casa del presidente, con la anuencia de las hermanas y de la hija del prócer. Terminada la presidencia, Aurelia se convierte en su compañera y disfrutarán de la casa que Sarmiento había mandado construir en el Tigre, además de los patios porteños de la casa familiar de don Domingo.
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Murió el 11 de septiembre de 1888 en brazos de su hija Ana Faustina y frente a la ausencia de Aurelia, que tuvo que viajar a Buenos Aires. Sus restos fueron embarcados rumbo a Buenos Aires. En cada ciudad y en cada pueblo costero le rindieron homenaje.
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Carlos Pellegrini recibió al muerto ilustre en el puerto diciendo: “He aquí el cerebro más potente de la América”. El 21 de septiembre fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta. Por eso, la Universidad de Buenos Aires dispuso celebrar el Día del Estudiante en recuerdo del acontecimiento.
(Apuntes del historiador Eduardo Lazzari)