Parroquia San Martín de Porres: Mensaje para la navidad

– El cura párroco Gustavo Sosa brindó desde la Parroquia San Martín de Porres, un mensaje para estas fiestas.

Además, compartió los horarios de la misa para este fin de semana: Misa de Nochebuena, sábado 9:30 santa misa en Olascoaga; 11hs misa en Comodoro Py; 18:30hs misa en Mechita; 19:30hs exposición y adoración al Santísimo y 20hs santa misa en la Parroquia.
Misa de Navidad, día domingo: 9am santa misa; 10hs bautismos y 11hs santa misa.
“Alegría y esperanza… La vida es demasiado corta como para que la desaprovechemos en cosas sin importancia. Esta máxima que repetimos muchas veces en nuestra vida, es la que menos vivimos en lo concreto de todos los días.
Pensemos en lo que vivimos estos días de fiestas navideñas, precedidos por las multitudinarias manifestaciones que movilizaron a nuestro pueblo por recuperar el título del futbol mundial después de treinta y seis años de aquel momento histórico cuando Maradona levantó la copa en el Azteca de México. Momento que nos llevó a convertir el “Diez” en “Dios”, poniendo toda nuestra esperanza en la eterna felicidad que pretende darnos un deporte que despierta las pasiones de tantos (incluida la mía, que no pude ver la final completa porque, literalmente, me provoca taquicardia), y olvidarnos que las coronas de gloria de las que habla nuestro Himno Nacional, son coronas que se construyen con valores y esfuerzos compartidos todos los días, no con triunfos efímeros, que nos sacan a la calle, dándonos un poco de alegría, que, es verdad también, tanto necesitábamos como país, castigado por una pobreza sin precedentes, una inflación que desespera a cualquiera y una inestabilidad social que altera la sana convivencia entre aquellos que deben mantener la unidad por el mandato popular de los votos, pero que también deben velar por el bien común que nos lleve, no a momentos de alegría (de los cuales pretenden apropiarse), sino a una vida plena y feliz, basada en el esfuerzo y el trabajo cotidiano que da sentido a nuestra vida y le abre horizontes de progreso y auténtica felicidad, de vernos realizados como hombres y mujeres que juntos, construyen una patria que no expulse a los jóvenes sin futuro, ni abandone a sus abuelos a vivir vidas miserables y solitarias.

Perdonen mi análisis, quizás un tanto crítico luego de días de la mayor manifestación popular a la que hemos asistido como pueblo que festeja un triunfo deportivo, pero no puedo salirme de la realidad, como me dice un amigo mío, y no puedo dejar de mirar un poco más allá. Quizás sea el defecto de alguien que tiene fe y trata de vivir en la esperanza. Y por eso, no puedo dejar de mirar el pesebre. Allí me encuentro con la pequeñez de un joven matrimonio que vive el momento más sublime de su vida, que es la de tener un hijo, y no poder darle lo mínimo para que nazca con dignidad. Es ver el asombro de los pastores que, convocados por una voz celestial, se han acercado a mirar, cómo puede ser posible que en ese niño esté la salvación del mundo. Es contemplar los animales, que cual testigos mudos, forman parte de un escenario que no produce asombro ni alegría pasajera, sino el gozo profundo que solo María, la Virgen, puede atesorar en su corazón, y la preocupación amorosa de un José que cuida y protege a su familia.
Quizás el mirar el pesebre nos haga volver a la realidad de saber que es hermoso alegrarnos con el triunfo de nuestra querida selección nacional, que durante un mes nos dieron un respiro en medio de tanta pena, pobreza e infelicidad como venimos viviendo socialmente. Pero, queridos amigos, no solo nos quedemos como los pastores, que iluminados por los ángeles en medio de la noche, fueron a ver qué pasaba y se alegraron por la salvación que se les ofrecía; sepamos mirar como María y como José, que ven en ese niño nacido entre los animales de un pesebre, al mismo Hijo de Dios, que no solo les alegra el presente con su nacimiento, sino que alienta su esperanza en un futuro de salvación y alegría que trasciende el momento, y proyecta un porvenir, que terminará con la salvación de todos, por su muerte y resurrección en la Pascua. Y esa salvación no solo nos da alegría, sino uno motivo para seguir esperando y trabajando por una salvación ofrecida por Dios, que no es una corona de laureles que se seca, sino la corona de la gloria que nos lleva junto a Dios (y para los que somos fanáticos del futbol, también junto al “Diez”, a don Diego y a la Tota, como dice La Mosca, alentándolo a Lionel…)”.

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