UN VIAJE A LA CASA DONDE MARADONA FUE PELUSA DE LA PATERNAL
En Lascano 2257, la Casa de D10S es una auténtica casa-museo que invita a revivir los años en los que un joven Diego Armando vivió junto a su familia en el barrio porteño de los Bichitos Colorados.
“Con la firma del contrato, el viejo Cónsoli me dijo que no iba a ver prima, sino que la prima sería la casa para mis viejos. Fue la mejor idea del mundo”, confiesa Diego Armando Maradona en una de las dos pantallas que exhibe la (o su) casa-museo, bautizada como la Casa de D10S, que recrea la vida del 10 junto a sus padres y sus hermanos en La Paternal, entrañable barrio de Buenos Aires.
Ubicada en Lascano 2257 -apenas a cuatro cuadras del estadio de Argentinos Juniors, el club donde el astro nació futbolísticamente-, la propiedad muestra fielmente los espacios y la ambientación de la familia Maradona mientras vivió allí, entre 1978 y 1980. Además, es un viaje en el tiempo que rememora una época en donde Diego era Pelusa entre su gente y “vivió feliz”, tal cual reza uno de los carteles de la entrada a la casa.
Origen y legado maradoneano
Corría 1978 cuando el entonces presidente de Argentinos Juniors, Próspero Cónsoli, le renovó el contrato a un Maradona que ya era figura absoluta de Bicho. Esa renovación incluía una casa para que pudiera mudarse con toda su familia. “Fue una revolución para la familia. Después vivir muchos años en un hogar tan humilde como el de Villa Fiorito, llegar a Lascano fue como tocar el cielo con las manos para Diego y su familia. Por eso, siempre decimos que esta casa es especial porque representa el sueño que Diego pudo cumplirle a sus padres y además porque fue lo primero grande de todo lo que ganó con el fútbol”, explica César Pérez, al frente del proyecto desde que abrió sus puertas al público a fines de 2015.
Los Maradona vivieron desde los últimos meses de 1978 hasta los últimos días de 1980. Luego, la propiedad pasó por diferentes familias y hasta por una fábrica de carteras. Finalmente, en 2008, Alberto Pérez, padre de César y ex secretario general de Argentinos Juniors, a modo de mantener la huella maradoneana, compró la casa.
Tras algunos años de puesta a punto de la mano de la artista plástica Liliana Dursi, madre de César, Lascano 2257 se convirtió en casa-museo. Poco a poco su impronta cobró tal relevancia que, además de recibir turistas de todo el mundo -han pasado famosos, exjugadores como el bulgaro Hristo Stoichkov o embajadores como el de Kuwait- la producción de Amazon se internó un mes para hacer escenas de la serie Maradona: sueño bendito.
Por dentro
“La casa tiene una energía especial”, asegura con algo de emoción un visitante de Rosario. En especial, durante los fines de semana largos por feriados, la casa recibe argentinos de todas partes del país, aunque la ciudad rosarina pica en punta. Es sabido que el romance entre Newell’s Old Boys y Diego, tras el paso del 10 en 1993, quedó marcado a fuego y así lo demuestran los leprosos.
Al ingresar al viejo templo de Pelusa ya se percibe el viaje en el tiempo por el mobiliario, la estructura y lo intacto que se mantienen los pisos, las paredes y los ambientes. Pareciera que en cualquier momento entra Doña Tota con alguna bolsa de la verdulería o el propio Diego para adelantarle con rabia a los padres que no es ningún gordito y que le va hacer cuatro goles al inolvidable Hugo Gatti, el Loco.
Luego de la primera parada donde se ve una estatua gigante de Maradona, se llega al cuarto de las hermanas -hoy pensado como un lugar de reuniones-, el living comedor idéntico a la época de Diego y el patio interno que también se mantiene como si no hubiese pasado el tiempo.
Posteriormente, según lo que se percibe del público, llegan los platos fuertes: la cocina (¡exacta!) y el cuarto de Diego (el lugar más emocionante) luego de subir la escalera. Tal vez, esos escalones que lo llevaban a su exclusivo lugar de descanso fueron la metáfora premonitoria para el éxito mundial que vendría después.
La planta alta continúa con el santuario, un lugar donde los fanáticos pueden largar alguna lágrima y dejan, entre muchísimas ofrendas, múltiples mensajes en sus paredes, camisetas, fotos y hasta carnets de socios como el que dejó un hincha de Defensa y Justicia recientemente.
Para finalizar, nada mejor que la terraza. Allí se ve el mural más grande de la casa en el cual se ve el rostro de un Diego muy joven con el cartel de D10S. En el mismo área -en el Instagram @lacasaded10s se informan sobre eventos especiales como asados o pizza parties- se ven otros murales como el de Diego y su padre en pleno asado o el de los hermanos Lalo y Turco, de pequeños, donde este último afirma que su hermano “es un marciano”. De lejos, se observa otro dibujo muy bien logrado de Diego junto a su madre.
La casa se completa con un showroom donde el visitante se puede llevar un souvenir o recuerdo de la experiencia.
La tranquilidad reina en La Paternal. El sentido de pertenencia de los vecinos se respira en cada esquina. El orgullo de haber cobijado al, para muchos, futbolista más grande de la historia es un tesoro que no se lo saca nadie. Alguna vez alguien dijo que Maradona es emocionalmente insuperable. La Casa de D10S lo sabe y entre sus paredes transmite su sagrado legado.
Datos a tener en cuenta:
– La entrada cuesta 8 mil pesos para los argentinos y 15 mil (12 dólares aproximadamente) para los extranjeros
– Para llegar desde el centro de Buenos Aires lo mejor es tomar un taxi por alrededor de 7 dólares. Se tarda alrededor de media hora.
– La casa está abierta martes, jueves y sábados de 11 a 18 y miércoles, viernes y domingos de 13 a 18.
– Se recomienda reservar previamente a través de https://eventos.doyturnos.com/lacasaded10s o por WhatsApp al +54 9 11 2290-3683
NICOLÁS FRESCO – PERIODISTA – 113659-8907