Historia, tragedia y leyenda de la Torre Ader, un hito de Villa Adelina
Fue erigida por un inmigrante como regalo para la patria que lo cobijó. Fue parte de un proyecto mayor que quedó trunco. Alrededor de la torre se tejieron relatos, algunos extraños, otros directamente inverosímiles.
La Torre Ader se encuentra en Triunvirato al 3400 de Villa Adelina. (Zona Norte Hoy)
Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB
Hay una torre en el Gran Buenos Aires que recuerda a la de los Ingleses en Retiro. Fue bautizada como Torre de la Independencia, pero hoy se la conoce como Torre Ader. Se levanta en el norte del Conurbano, en Vicente López. Por su ubicación se la disputaron varios barrios, pero hoy en día pertenece a Villa Adelina. Con su llamativo estilo florentino, a su alrededor corren leyendas e historias trágicas, como debe ser en todo edificio llamativo.
La torre se inauguró hace más de un siglo, en 1917. La idea de su construcción fue de Bernardo Ader, propietario de la chacra dentro de la cual se erigió. Fue un inmigrante vascofrancés que, según se cree, quiso dejarle un regalo al país que lo había acogido.
Ader recaló en Buenos Aires en 1860. Llegó solo pero aquí ya vivía su hermana, casada con el barón Emilio Bieckert, empresario cervecero. Ader empezó a trabajar como ebanista y años más tarde abrió su propia carpintería. Se casó con Elise Schulze, prima de Bieckert, y tuvieron cuatro hijos: Eduardo Bernardo, Enrique Emilio, Laurentina Juana y Ana Elisa.
Al principio la familia vivió en una residencia de la calle Bolívar al 100, en la ciudad de Buenos Aires, pero se mudaron al Conurbano, que en esos tiempos era puro campo, buscando aire puro y tranquilidad porque su hijo mayor sufría de asma. La quinta en la que se instalaron fue comprada por Ader en 1907, aunque también se dice que fue un regalo de bodas de Bieckert. Era un terreno de siete manzanas rodeadas por las actuales Paraná, Primera Junta, Montes de Oca y la actual Avenida Ader, una zona de quinteros y floricultores.
Un castillo que no fue
En cuanto a la torre, Liliana Podestá afirmó hace unos años en La Nación que la idea original era construir un castillo francés estilo Enrique VIII y una torre con materiales traídos de Europa y vitrales en todas las ventanas. Al poco tiempo de empezar con la construcción aparecieron las primeras tragedias: los dos hijos varones de Ader se enfermaron de tuberculosis y murieron en 1908, con diferencia de 24 días. Laurentina Juana ya había fallecido cuando era muy chiquita y sólo quedó Ana Elisa.
La obra se retomó, pero Ader desechó la idea del chateau y se quedó solo con la torre.
La piedra fundamental se colocó el 9 de julio de 1916, en el primer centenario de la Primera Junta de Gobierno. Y se inauguró casi un año después. Aunque durante mucho tiempo se dijo que se había abierto el 9 de julio de 1917, aparecieron pruebas de que en realidad quedó inaugurada el 1º de abril de ese año. De todos modos, quedó bautizada como Torre de la Independencia, pero con los años los vecinos empezaron a llamarla Torre Ader. Fue donada a la Municipalidad de Vicente López en 1967 por Elvira y Bernardita Grunbaum de Torralba, nietas de Ader. Allí funciona hoy en día el Archivo Histórico Municipal y se realizan eventos culturales.
Cuando la torre se erigió ese sector era parte de Olivos y luego fue Munro. Con la estación del tren pasó a pertenecer a Carapachay y más tarde a Villa Adelina. En 1980 se sancionó una ordenanza por la cual una fracción del territorio de Villa Adelina donde está ubicada la torre pasó formar parte de Carapachay. Y en una ordenanza posterior, sancionada en 1991, estos terrenos volvieron a ser parte de Villa Adelina.
Quedó ubicada hoy en una plazoleta, en la intersección de las calles Triunvirato y Castelli. De estilo florentino, con influencias francesas y flamencas, está inspirada en modelos de la Inglaterra del siglo XV. Tiene 42,30 metros de altura y una escalera en forma de caracol de 217 peldaños de mármol de Carrara.
El proyecto fue de los arquitectos Artaza y Marino y la construyó la empresa Steffanetti e hijos.
En su entrada dice “Mon Droit Et Dieu” (Mi derecho y Dios), mientras que en la Torre Monumental de Retiro, o de los Ingleses, Dios queda al principio: “Dieu et mon Droit”. Ambas frases remiten al lema de la monarquía británica adoptado por primera vez por Enrique V, quien también fue rey de Francia por matrimonio.
Leyendas en altura
La Torre Ader, además de su propia historia, cuenta otras. Algunos relatos son verificables, otros nacieron de charlas junto al fuego o mientras se tomaba mate o se jugaba al truco en las quintas de Vicente López.
Por ejemplo, dicen que hasta sus últimos años de vida Don Bernardo pedía que lo ayudaran a subir al mirador para observar toda la ciudad. Otra versión asegura que solamente pudo subir una sola vez, dada su avanzada edad. Ader falleció en marzo de 1918, a los 73 años, pocos meses después de la inauguración de la torre, y fue sepultado en el Cementerio del Norte (el que ahora llamamos de la Recoleta).
Luego de la muerte de Bernardo, Ana Ader emigró a París, junto a su familia y su madre, donde vivieron durante quince años hasta que regresaron a la Argentina y se instalaron en la torre. El lugar, que había quedado abandonado, fue transformado en poco tiempo en una quinta que funcionó como vivienda familiar durante diez años. El resto del terreno fue dividido en lotes que vendieron y, con el correr del tiempo la torre quedó escondida en la plazoleta.
Y las leyendas continuaron. Hay quien afirmó que la torre fue levantada para que Ader controlara a los peones. También algunos dicen que el objetivo de su construcción fue combatir a Juan Manuel de Rosas, que murió en 1877, mucho antes de que la Torre Ader existiera.
Otra leyenda tiene más que ver con el apellido del inmigrante. Dice que cuando el Gobierno británico buscó obsequiar a la Argentina la Torre Monumental llamó a un concurso, un joven arquitecto presentó un proyecto que no fue aceptado y se suicidó. El profesional se llamaba Ader, y Bernardo, entonces, cargado de pena, mandó levantar en su terreno el proyecto de su hijo. Pero los fríos datos dicen otra cosa: el mayor de los muchachos estudiaba ingeniería, y el menor era cadete de la Escuela Naval. Ambos, según se afirmó más arriba, murieron en 1908, y el ofrecimiento de la Corona para el monumento de Retiro tuvo lugar recién al año siguiente.
Pero quizás el rumor más extraño es el que afirma que Ader tenía vínculos con los nazis y que había levantado la torre para observar y enviar mensajes a los submarinos alemanes que surcaban las aguas del Río de la Plata. Si esto es cierto, más que un dispositivo para enviar mensajes telegráficos hubiera necesitado una máquina del tiempo. Porque el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, o nazi, fue creado, como es bien sabido, el 20 de febrero de 1920, y llegó al poder más de una década después, cuando Ader ya llevaba muerto una punta de años.
Mientras tanto, la Torre Ader sigue allí, en Villa Adelina. Su altura, en una zona de casas bajas, asombra al paseante y desafía al corajudo que se le anima a los 217 escalones de mármol para contemplar una vista singular. (DIB) MM