Ascenso y crepúsculo de una joya marplatense: el Parador Ariston

Creado por el genial arquitecto húngaro Marcel Breuer junto a los argentinos Carlos Coire y Eduardo Catalano, plantó una imagen ondeante frente a las playas del sur de “La Feliz”. Con los años pasó por variados destinos y está abandonado desde los ‘90. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2019 y quieren restaurarlo.

Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB.

La ciudad de Mar del Plata, la “Perla del Atlántico”, encierra en su interior un racimo de joyas arquitectónicas. Todo el mundo conoce el Torreón del Monje o el Casino Central. Muchos habrán entrado en la Catedral, belleza neogótica obra de Pedro Benoit, o habrán visto la Casa del Puente. Menos divulgado es que hay una casa de Francisco Salamone, cuyo frente nada tiene que ver con el estilo art decó expresionista del ingeniero, o que un monumento de curvas extravagantes, hoy en día en ruinoso estado, es el legado de un arquitecto muy famoso, referente de la escuela Bauhaus. Estamos hablando del Parador Ariston, en la zona de Playa Serena, y de su hacedor, Marcel Breuer. El edificio supo ver días de gloria desde fines de los años ‘40 pero hoy, pese a haber sido declarado monumento histórico nacional en 2019, parece estar, dicho en criollo, “más cerca del arpa que de la guitarra”. ¿Qué ocurrió en estos casi ochenta años para que las cosas llegaran a este punto?
Remontémonos con la imaginación a aquella época de la próspera Argentina de posguerra. El ícono de “La Feliz” ya era el complejo del Casino Central y el Hotel Provincial, levantados más de diez años atrás durante la gobernación de Manuel Fresco. Pero en poco tiempo habían quedado viejos, y lo que se llevaba era la arquitectura racionalista, con líneas simples y geométricas, derivadas del art decó de los años ‘20 pero despojadas de su ornamentación. El más famoso de los arquitectos de esa revolución fue el suizo Charles-Édouard Jeanneret-Gris, conocido como Le Corbusier, que propuso que las casas debían ser “máquinas de habitar”, cómodas y prácticas.
El húngaro Marcel Breuer, uno de los creadores del Ariston junto con los argentinos Carlos Coire y Eduardo Catalano, comulgaba con esa filosofía. Formado en la Staatliche Bauhaus de Alemania, la cuna del diseño industrial y gráfico del mundo, propagó los principios racionalistas en sus obras, entre las que destaca el Parador con su particular planta curva, que encierra un secreto. Porque según expertos tanto Breuer como Catalano -que fue alumno de Breuer en Harvard y diseñó la Floralis Genérica, frente a la Biblioteca Nacional porteña- eran masones. Y por ello, la obra contiene un símbolo esotérico conocido como “fleur de vie” o “flor de vida”, que “representa la conexión de la vida y del espíritu dentro del universo” y contiene toda la información de todo lo existente”.

DANZA, TÉ Y COCKTAILS
El Parador Ariston le fue encargado a Breuer en 1947 por los dueños del Parque Playa Serena, a mitad de camino entre Mar del Plata y Miramar, y unos 2 kilómetros y medio del faro de Punta Mogotes. La idea era valorizar la zona, y el Parador se construyó para ser “un íntimo lugar de reunión social, danza, té y cocktails, alejado del centro urbano de Mar del Plata”, según dice un artículo de la revista Nuestra Arquitectura de abril de 1948. Allí se cuenta también que estuvo plagada de dificultades, como “la situación gremial, carencia de los materiales de construcción más esenciales, falta de mano de obra especializada, y las condiciones climáticas”. Así y todo, el Ariston se levantó en apenas dos meses, gracias al cemento de fragüe rápido.
El Ariston, única construcción de Breuer en Latinoamérica, tuvo su esplendor en los años ‘50 cuando funcionó como confitería y restaurante. Al mirar fotos de la época es fácil imaginar a las parejas bailando al ritmo de Los Plateros, Pat Boone o Paul Anka. Además, tenía mesas pegadas a las ventanas que rodean la estructura, ideales para el café de la tarde mirando el mar o la cena a la luz de la Luna llena.
Sin embargo, luego comenzó a caer en desgracia. Durante los años ’70 funcionaron allí distintas confiterías y en los ’80 fue el turno del café-bar Bruma y Arena. Albergó también la Discoteca Maryana y al inicio de los años ‘90, funcionó en un anexo al edificio la Parrilla Perico. Estos usos modificaron la estructura original, y degradaron su diseño.

¿SE PUEDE RESTAURAR?
Definitivamente abandonado desde 1993, el Parador fue declarado monumento histórico el 20 de diciembre de 2019, merced a la ley 27.538. En esos momentos se empezó a hablar de una restauración del edificio y se iniciaron peticiones en la plataforma Change.org. Un informe técnico encargado por los actuales dueños señala que si bien el Ariston parece a punto de venirse abajo, la restauración es posible ya que el daño estructural es “leve y muy localizado”.
La investigadora del Conicet Marcel Vázquez, que realizó el diagnóstico con su colega María Beatriz Valcarce, contó al medio local La Capital que “es una estructura de 1947 y evidentemente fue construida con técnicas constructivas que no son como las de ahora. Se usaron materiales muy nobles y se cuidó mucho el detalle, sabiendo que es una estructura de hormigón expuesto a 100 metros de la línea de costa. Más allá de algunos problemas puntuales que se podrían resolver sin demasiada complicación, no hay compromiso estructural”.
El inmueble, entonces, requerirá remociones de hormigón, limpiado del acero y nuevos morteros de reparación en algunos sectores.
Habrá que ver qué se hace con esa estructura única, levantada para potenciar la zona sur de la ciudad. “Cualquier uso sería bienvenido para frenar el deterioro”, afirmaron las investigadoras. ¿Futuro centro cultural, emprendimiento comercial, polo gastronómico? El tiempo dirá.

Fuente:(DIB) MM

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