Caso Solange Grabenheimer: La hora maldita, una amiga sospechosa y un crimen sin resolver

La joven fue asesinada en un PH en 2007. Por el hecho, fue a juicio su amiga y compañera de vivienda, Lucila Frend. La hora del homicidio fue una de las claves. Quedó absuelta y el crimen prescribió

Por Fernando Delaiti, de la agencia DIB.

Lucila se levantó ese miércoles 10 de enero de 2007 como todas las mañanas para ir a trabajar. A las 7.30 salió del PH de la localidad bonaerense de Florida, en Vicente López, en el que vivía junto a Solange, rumbo a un laboratorio en el que trabajaba, al que llegó 8.35.
Sin embargo, previo a esa partida, la joven de 21 años le infligió con su mano izquierda cuatro heridas con un arma punzocortante a su amiga, mientras ésta se encontraba en la cama. La atacó de atrás, por lo que no pudo ejercer defensa alguna. Por un supuesto problema amoroso del pasado, “Sol” fue víctima de tortura, tormento y una agresión brutal por parte de la “psicópata” compañera de cuarto.
Todo lo anterior escrito, podría ser parte de una película. De hecho, para muchos lo fue. Ya que un film del director Gonzalo Tobal llamado “Acusada” e interpretado por Lali Espósito, tiene muchas similitudes con el caso. Pero más allá de los puntos coincidentes con la ficción, lo cierto es que esa historia es la que un fiscal trazó para acusar a Lucila Frend por el crimen de Solange Grabenheimer, en uno de los casos policiales que más tinta de diarios y debate de TV demandó.
-Sin embargo, nada de eso fue como se relató en el juicio y “Luli”, como era conocida por sus amigas, fue absuelta y el caso pasó a ser uno de esos “crímenes perfectos” sin resolución.
Lo que se vivió como una novela morbosa en los medios de comunicación, tuvo un juicio en 2011 con Frend como única acusada, aunque tras el fallo absolutorio la causa quedó, en enero de 2022, prescripta de manera definitiva, por lo que se esfumó el último intento que hubo para que la Justicia investigue a otros sospechosos como posibles autores.
En esa jornada tormentosa de enero, no robaron dinero, objetos de valor ni forzaron la puerta. De hecho, no había indicios de que alguien hubiese ingresado por la puerta balcón. Más allá de Lucila, en un primer momento se investigaron al novio de la víctima, a los obreros de la obra lindante al PH, a un compañero de teatro y a una mucama que trabajaba en la casa de los padres de su novio con quien había discutido. Nada prosperó.

A ESCENA
El día de su muerte, Soledad tenía que levantarse para ir a trabajar a las 10.30. Sin embargo, nunca apareció en la casa de polarizados donde realizaba tareas ni tampoco llegó esa noche al cumpleaños de su prima donde iba a verse con amigos y también con Lucila.
Cuando eran las 23, Frend le pidió al novio de “Sol”, Santiago, y a la prima, Michelle, que la acompañaran a buscarla al PH. Pero, al llegar, ella no se animó a entrar, y fueron sus acompañantes quienes encontraron a Solange muerta, en musculosa y bombacha, junto a su cama. Ese detalle, fue uno de los que llamó la atención. ¿Qué razón la llevó a no ingresar a su casa? ¿Por qué podría tener miedo a entrar?
La autopsia detectó una serie de lesiones lineales en el cuello que pudieron haber sido producto de un estrangulamiento a lazo o efectuadas con el lomo del cuchillo y concluyó que la muerte se dio por el shock hipovolémico por la hemorragia de las puñaladas. Sin embargo, la investigación estuvo plasmada de errores, lo que hizo naufragar la causa cuando llegó a juicio.
Por ejemplo, durante la pesquisa no se pudo definir cuál fue el arma utilizada para causarle las heridas mortales, aunque los expertos coincidieron que se trató de un elemento «más punzante que cortante». Se especuló que las heridas fueron hechas por una persona zurda. Lucila, lo era. No obstante, los especialistas y el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de San Isidro, consideraron que «no se puede ser concluyente respecto de la secuencia de las lesiones y la posición relativa del agresor».
Otro dato fue que el cuerpo de Solange no presentaba signos de lucha, una reacción normal e instintiva de cualquier persona cuando se siente atacada. En este punto, los forenses determinaron que, «el agresor tiene que haber sido una persona con un índice de masa corporal sustancialmente más alto que el de la víctima», para poder inmovilizarla sin que pueda defenderse. En ese sentido, Lucila tenía “una corpulencia similar” al de la víctima.

MIRANDO EL RELOJ
No obstante, la mayor polémica en la que se sustentó la estrategia del fiscal y de la familia de la víctima fue la hora del ataque. De ese dato dependía si Lucila estaba, o no, dentro de la escena del crimen. Y acá llovieron teorías de todos los peritos participantes.
La Fiscalía se sustentó en el forense de la Policía Científica bonaerense Eugenio Aranda, quien estuvo en el PH de Vicente López. Si bien primero dijo que el homicidio había ocurrido entre la 1 y las 7 de la mañana, luego en dos oportunidades amplió ese horario. Tras una junta médica, Aranda sostuvo que la data de muerte fue entre las 7 y las 13; y luego lo extendió entre la 1 y las 10. Los otros peritos, en su mayoría marcaron la fecha de muerte luego de las 7; es decir, ya con Frend camino a su trabajo.
«El horario en que ocurrió la muerte de la víctima no ha podido ser establecido con el grado de certeza que este pronunciamiento requiere”, dijo el Tribunal en el fallo, y destacó que la probabilidad de que el hecho se haya cometido entre la 1 de la madrugada y las 7 quedaba lejos.
En el debate salieron a la luz diversas falencias de la investigación, como que el médico que calculó el horario del deceso e incriminó a Frend reconoció que no le tomó la temperatura al cadáver porque no llevó un termómetro. También los jueces desecharon argumentos como que la joven estuvo poco en el velorio, que si lloró mucho o poco, que si se acercó a la familia de Solange o no. Eso, como que entró al correo electrónico de “Sol” tras el homicidio, quedó más para la comidilla de los periodistas. Nada la ubicaba en la escena del crimen.
En sus últimas palabras en el juicio, Lucila miró a los ojos a la madre de la víctima, Patricia Lamblot, quien siempre la apuntó como la asesina, y le dijo: «Vos sabés muy bien que yo no la maté, vos lo sabés muy bien». Luego fue el tiempo de la lectura del fallo y de los gritos de ambas partes: “asesina”, por un lado; y “justicia”, por otro.

Fuente:(DIB) FD

Comentarios
Compartir en: