La vigencia de un oficio tradicional, en diálogo con Adrián Senesi

El sábado a la mañana, luego de una noche algo lluviosa, después de tanto tiempo de seca en esta región, me dispuse a visitar a un excompañero de trabajo, de esos que se hacen mientras se estudia en periodos de vacaciones, que pasado un tiempo prolongado nos volvimos a reencontrar, me refiero a Adrián Senesi.

Y vuelvo a recalcar lo de la lluvia porque estuve conversando con él para hacer esta nota acerca de una de sus pasiones, que tiene desde joven y que está muy arraigada al campo: La platería criolla.
Así nomás, Adrián, desde su negocio de la calle San Martín va intercalando esta con su otra pasión, la pesca. Comenzó de chico, en sus ratos libres, hacia algo de soguería, pero como era algo nuevo y la ansiedad de tener algo terminado rápido y como bien lo dice “las cosas rápidas no terminan bien, todo lleva un proceso, un tiempo”, “pero no me terminaba de convencer”, “gracias a un amigo que me dio una mano muy grande, el reconocido soguero bragadense Néstor Echeto, por las tardes entre mates y charlas, me fue guiando, enseñándome las técnicas, y de a poco comencé haciendo algunos trabajos, pero no me convenció y dejé de lado la soguería”, aunque aún hoy por algún pedido de clientes hace algunos trabajos.
Siempre arraigado a la actividad del campo, encontró un oficio “andaba a caballo, desfilaba, tenía caballos, entonces empecé con las prácticas en platería… Ahí nomás me fui a Buenos Aires a comprar materiales, comencé haciendo inventos, me imaginaba que quería hacer una hebilla, empecé a calar monedas, de la conquista del desierto, del ñandú, hacía un dibujo y la trabajaba” y de a poco comenzó ya sabiendo calar, y tratando siempre de estar de buen ánimo y ganas, “porque este trabajo depende mucho el estado de ánimo y no estar tensionado; ahí es donde empezás rompiendo las hojas de sierra”.
“Al principio empezar a calar es difícil, incluso no se corta como un arco de sierra tradicional, en la platería los dientes de sierra van hacia abajo; sobre una estaca de madera y se cala en forma vertical”, todo se hace en forma artesanal la máquina no existe, “0 máquina”, diría Adrián, “es por eso que las piezas si bien son parecidas, no iguales’ se ven diferencias, que son mínimas”, ya con casi 25 años de trabajos en platería, cada vez lo ha ido perfeccionando más.

“Al principio fue algo difícil, le pedí ayuda a un joyero de la ciudad, pero por distintas circunstancias no me pudo dar una mano’, ya algo me había ido guiando Echeto, que si bien es soguero, también hace trabajos finos de platería”. Pasado el tiempo en una fiesta del caballo en la muestra que se hace en la escuela 1, “había un artesano trabajando y yo lo observaba, me pregunta si me gustaba y ahí nomas le comenté que yo estaba haciendo algo, y para sorpresa mía el platero era Armando Ferreyra, el mejor orfebre, el Maradona del cincel,” proveniente de Olavarría, donde tiene una Escuela de orfebrería”.
“Ahí entablé una charla con Armando y me invitó a que le llevara los primeros trabajos que había hecho, si bien no eran lindos a mi gusto, porque era el comienzo y no tenía nada de experiencia”. Me vio con mucho entusiasmo y me hizo una propuesta, me dio una beca para que vaya aprender en su escuela, solo tenía que pagarme el viaje, pero las herramientas eran pesadas, no tenía movilidad, me tenía que manejar a dedo y llevar las balas para cincelar, que son pesadas y es lo primordial, que si bien fui un par de clases, se puso difícil”.
Además hizo unos cursos en Capitán Sarmiento y gracias al director de Cultura de ese entonces, y que actualmente continúa en su cargo Jorge Bojanich y de la mano de Echeto se le fueron abriendo muchas puertas, de Bragado es un ícono en la soguería, como dice al principio que Néstor, “fue una parte de mi formación, el haberme acompañado en mis viajes, para mí es un referente y un amigo, con él conocí un montón de ferias, la Cahuané de Capitán Sarmiento, por él lo conozco a Jorge, que empezó a organizar cursos y venía Diego Ferreyra, de Mar del Plata, sobrino de Armando y que tiene el estilo de los plateros de Olavarría, un cincelado muy barroco, cargado, con él estuve cursando 2 años, donde simplificaron las cosas y aprendí muchas técnicas; aparte agilizaba el trabajo, se hacía más fácil, no tan rutinario, era como que me faltaba eso, de hacer más llevadero el trabajo y le encontré otro gusto a la platería”.
También hizo una reseña donde observó que el estilo de esa zona es barroco y muy cargado “y me gustan más los trabajos de nuestra zona de la región pampeana, (son más bien lisos), entonces trato de mechar un poco el estilo de nuestra zona, con los estilos de Olavarría”

En cuanto al trabajo, hoy por hoy está completo, ya que en estos dos años de pandemia la gente no viajaba, no había eventos y ese dinero lo invertían en platería. “Todos los eventos que había estaban suspendidos entonces la gente contaba con dinero, era el momento de comprar una rastra, cambiar el cabo de un cuchillo, me falta una yunta…”, “tengo algunos contactos en el exterior y mando piezas.
-Su trabajo empieza, invierno y verano todos los días a las 04 de la mañana; “tengo la suerte de vivir en una quinta y tener el taller enfrente”.
Adrián Senesi de andar tranquilo, ya que su trabajo así lo requiere, con conocimiento y su amable trato con la gente, se ha ido ganando un lugar en este Bragado, que sigue con las tradiciones argentinas que no se deben perder….

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