Por suerte y gracias a Dios, la Fiesta Nacional del Caballo, tiene un escenario natural que presta un gran servicio a los organizadores.
Nuestro aporte en forma de opinión, no tiene otra finalidad que mejorar el único festival en el año dedicado exclusivamente al caballo, que se realiza anualmente en Bragado.
Este debe ser el destinatario de todas las miradas, evitando las exclusiones y buscando el modo de no organizar prohibiendo.
La realidad indica que el predio de la laguna se ha fraccionado como en un loteo, hay pocos espacios y entonces se busca un lugar para ubicar animales, carruajes y actividades que, para estar debidamente realizadas, deben tener un reglamento que debería ser cumplido, elaborado por la organización.
La experiencia de años anteriores es un reflejo de lo que ha venido pasando y por eso, lo relacionado con el caballo “a cuyo lomo se hizo la patria”, se ha quedado sin demasiado lugar para expresarse.
El desfile gigantesco tiene normas que se cumplen en beneficio de la mayoría. El camino que conduce al campo de jineteada no debe estar protegido por una reglamentación. En todo caso hay que controlarlo para evitar las transgresiones.
Cuando debe privilegiarse su estado sin quitarle la luz que alumbra el gran asado que está muy cerca del lugar donde “se molesta”.
Con la esperanza de que haya lugar para opinar y encontrar salidas, es la única finalidad de este comentario.

VHP

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