Correr por deporte en las Malvinas
-María Carlotta Marchetto contó su experiencia en la maratón de 42 km
Por Adriana Ferrari
Faltan pocos días para que se conmemore el “Día del Veterano y los caídos en la guerra de Malvinas”, fecha que remite al desembarco del 2 de abril, dispuesto por el gobierno militar en un intento por recuperar las islas de la usurpación inglesa. Más allá de ese acto que nos llevó a la guerra y de sus resultados, Malvinas está en el corazón de los argentinos, en los centenares de monumentos de homenaje, en los carteles que indican la distancia hasta “la hermanita perdida”, en incontables libros que se han escrito sobre el tema, en charlas con soldados, en actos emotivos en plazas o escuelas. Y también en actividades deportivas, como la Maratón de 42 kilómetros que se corre allá desde hace muchos años y donde participan argentinos.
-María Carlota Marchetto es una de las cuatro mujeres que voló desde Río Gallegos hasta Puerto Argentino, para correr en ese suelo que significa tanto para este país del Sur. Tiene 49 años pero no hace tanto que practica el “running”, apenas 10 que empezó y desde entonces no ha parado, sumando competencias que además de la práctica deportiva le han afirmado su nacionalidad.
Cuenta que hizo tres veces el Cruce de los Andes (entre Argentina y Chile), corriendo 100 km en tres días y ahora, lo máximo, logró competir en Malvinas. Era un sueño que tenía desde que se enteró de esta Maratón Internacional (la más austral del mundo) y que pudo concretar el 12 de marzo. Participaron alrededor de 60 corredores, la mayoría isleños, algunos ingleses y otros argentinos, dentro de los que había excombatientes y dos bragadenses: Carlotita (como la llama su familia) y Guillermo Santillán.
EL VIAJE A LAS ISLAS MALVINAS
Carlota es kinesióloga y madre de tres adolescentes con los que comparte esta pasión deportiva. Cuando supo que iría a correr en Malvinas intensificó su entrenamiento, aunque no tanto como hubiese deseado, quizás un par de meses más. Igualmente, su práctica diaria le permitió terminar la dura competencia, por las características del terreno. Aunque se hace sobre ruta, hay desniveles y otro factor que pesa es el clima que resulta adverso. El viento suele ser el mayor problema, pero esta vez no pegó tan fuerte. Es más, celebra la semana que les tocó, entre el 11 y el 18 de marzo, con frío, pero no tanto, a pleno sol y sin lluvia. El avión en el que viajó salió de Río Gallegos, en un vuelo directo hasta Puerto Argentino, como para nosotros se llama el aeródromo.
La emoción fue tremenda, pese a que la bandera no fuera la que queremos ver flamear allí. Al día siguiente se realizó la carrera, una actividad pacífica compartida entre nacionalidades que se disputan la soberanía de ese espacio. El espíritu deportivo se impuso y nuestra compueblana llegó a la meta cinco horas y media después, feliz por haberlo conseguido.
-Guillermo Santillán también completó la carrera. Los días restantes fueron para conocer este pedazo de país arrebatado, con una mezcla de emociones por visitar lugares vinculados a la guerra y a la vez, maravillarse con la Naturaleza y su paisaje. Los montes (no llegan a ser montañas por su altura) en los que se desarrollaron los combates, el suelo de turba, las piedras, los pozos, las trincheras, allí donde quedaron tantos jóvenes que defendieron con valentía el territorio. Y lo más conmovedor, el cementerio de Darwin, ahora con las tumbas que identifican a nuestros héroes que descansan eternamente en las islas. Fue el único lugar donde se pudo desplegar la bandera argentina, en la inmensa soledad de ese espacio sagrado, con la Virgen de Luján como testigo inmóvil. Y con los sentimientos tan movilizados, tuvieron que guardarla en una mochila, para evitar incidentes que agraven la delicada situación diplomática.
CÓMO ES MALVINAS
Malvinas no es una palabra bien recibida, ellos le dicen Falkland. Sin embargo, el hotel donde Carlotita se alojaba es el “Malvina house” o sea, “la casa de Malvina”, dato extraño, que según internet se debe al nombre de la hija del fundador (nacida allí en 1881), una marca que resiste como puede, porque no les gusta a los “okupas”. De todos modos, los ingleses y sus colonos son de cultura amable, por lo que a los turistas los tratan de buena manera.
En la isla Soledad (la más pequeña, la otra es Gran Malvina) viven unas tres mil personas, es casi como un pueblo. Hay una escuela, un hospital, un par de bares y algunos lugares para comer, con horario para entrar a cenar que termina a las 20 hs. Las comidas no difieren mucho de las de nuestro continente: pescados, corderos y verduras frescas. Un poco más lejos del centro, estancias con ganado ovino y una sola de vacunos. El paisaje es precioso, la costa tiene arena suave y blanca y el mar es azul turquesa.
-Se parece mucho a las provincias de la Patagonia, con sus leones marinos o los pingüinos emperadores. A nuestra vecina le encantaría volver, para recorrerlo más, pero está inmensamente agradecida por su experiencia que mezcló deporte, turismo y patriotismo, coronado en el regreso a Río Gallegos con el recibimiento de la Banda del Ejército que tocó “La marcha de Malvinas”, en medio de lágrimas de emoción. En estos días de abril, después de haber pisado la turba malvinera y honrado a los caídos, quién no sentiría lo mismo?