Del Gran Buenos Aires al cielo: las muchas vidas de Carola Lorenzini, la “Paloma Gaucha”
A principios del siglo XX, cuando volar todavía era una actividad muy riesgosa, parecía que solo los hombres podían recorrer las alturas. A fuerza de voluntad y empeño, una mujer logró consagrarse como una de las más importantes aviadoras argentinas.
Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB
Cuando se piensa en los pioneros de la aviación en Argentina, el primer nombre que viene a la mente es el de Jorge Newbery, fallecido cuando estaba por cruzar los Andes en su aeroplano. También hubo próceres como Juan José Esteguy, Juan José Elverdin, Juan Carlos Goggi, y muchos más. Pero hay otras historias que quedaron ocultas en las arenas del tiempo, como la de Myriam Stefford o la de «la Paloma Gaucha», la primera aviadora civil argentina y primera instructora de vuelo, que realizaba sus proezas vestida con prendas típicas: Carola Lorenzini, nacida en Alejandro Korn, y que supo vivir muchas vidas en una.
Carolina Elena Lorenzini (Carola era un sobrenombre) fue la séptima de ocho hermanos, en una época en la que las familias solían ser numerosas. Vino al mundo el 15 de agosto de 1899 en Empalme San Vicente, en lo que es la actual localidad de Alejandro Korn, provincia de Buenos Aires, en el sur del Conurbano.
Dsde la infancia se destacó por sus actividades deportivas. Practicó tenis, natación, hockey, pelota a paleta, lanzamiento de jabalina, atletismo, carreras pedestres, equitación, salto en alto y remo. Y aquí no se terminaba el asunto: Domaba caballos y corría carreras cuadreras. Porque Carola, hija de inmigrantes italianos, sentía un profundo amor por las tradiciones del país que alojó a su familia. Entonces, vestía habitualmente prendas gauchescas, entonaba la guitarra con maestría y como actriz llegó a interpretar al Viejo Vizcacha y a Juan Moreira.
Como si todo lo anterior fuera poco, una anécdota dice que fue la primera mujer en conducir un automóvil por las calles de San Vicente.
No todo era afición en esa vida múltiple, y también había que comer. Con ese propósito estudió taquigrafía y dactilografía. En 1923 ingresó como taquígrafa en la Compañía Unión Telefónica.
AVIADORA CON CARNET
Pero fue recién en 1931 cuando comenzó a dar rienda suelta a su verdadera pasión, la aviación. Carola era insistidora como perro de sulky y ese año, luego de tras muchas cartas y reiterados pedidos de ingreso, la aceptaron en el Aero Club Argentino. Para hacer el curso de instrucción tuvo que gastar todos sus ahorros y vender sus pertenencias, incluida su querida bicicleta. Su bautismo de vuelo fue el 10 de mayo de 1933 y el 4 de noviembre de ese año le dieron el carnet de aviadora civil.
Después de un tiempo, Carola se convirtió en la primera mujer en obtener el título de instructora de vuelo en América del Sur. En 1941 -el año de su fallecimiento- le otorgaron la licencia para servicio público comercial.
Piloteaba los aviones con la misma ropa típica con la que andaba por la vida. De ahí su apodo, “la Paloma Gaucha”, que surcaba los cielos argentinos.
La misma energía que había aplicado en su vida, la puso en volar. El 31 de marzo de 1935, en el aeródromo 6 de Septiembre, de Morón, batió el récord sudamericano femenino de altura al alcanzar los 17.400 pies (5.300) metros con un aeroplano de fabricación nacional.
El 21 de agosto de 1938 Carola volvió a ser noticia cuando ganó el primer premio en la carrera Morón-Lobos-San Vicente-Morón.
Su vida intrépida era habitual visitante de los medios de comunicación y en septiembre de 1939 llegó a estelarizar la tapa de El Gráfico.
Uno de los éxitos aeronáuticos más recordados de Carola fue el Raid de las 14 Provincias, que realizó entre el 24 de marzo y el 21 de abril de 1940, piloteando un Focke Wulf FW 44. Así, completó una hazaña que no pudo llevar a cabo la antes mencionada Myriam Stefford, quien se estrelló en San Juan en 1931 cuando iba por la mitad del viaje.
Luego del Raid, Carola se propuso volar hasta las Islas Malvinas con un avión Focke Wulf FW 44 equipado con tanques adicionales de combustible. Ese proyecto no se concretó.
Mientras tanto, la “Paloma Gaucha” continuaba trabajando en la Unión Telefónica. Después de 17 años de ser empleada administrativa, tuvo una discusión con un ejecutivo de la empresa y les respondió antes de dar el portazo: “Escúcheme bien señor: Necesito trabajar para comer, pero volar para vivir. Buenos días”.
Ese mismo año Lorenzini se convirtió en la primera instructora de vuelo de América del Sur, mientras la gente hacía las inevitables comparaciones con Newbery: los dos deportistas, incansables, intrépidos.
VIAJE FINAL
Parecía que Carola no iba a tener techo, salvo las nubes. Pero en 1941, un grupo de aviadoras uruguayas que visitaba nuestro país insistió para que realizara una exhibición de acrobacia aérea. Lorenzini aceptó la propuesta y pidió a la Aviación el Focke Wulf FW 44 con el cual había realizado el Raid de las 14 Provincias. Según trascendió, un instructor del Aero Club Argentino, celoso de la figura de Carola, se negó al principio a cederle el aeroplano. Luego dijo que sí, pero en vez del que le habían pedido le entregó un modelo similar, de la aviación civil, y que en ese momento se hallaba en reparaciones en El Palomar.
El 23 de noviembre de 1941, en el aeródromo 6 de Septiembre de Morón, Carola remontó su último vuelo. Al intentar un loop invertido el avión falló y provocó el trágico accidente que le costó la vida.
Tenía solo 42 años.
Su velatorio tuvo una gran concurrencia, así como su entierro en el cementerio de la Recoleta. Años más tarde, sus restos fueron llevados al cementerio de San Vicente.
Hoy en día muchas calles de varias ciudades de Argentina llevan el nombre de Carola Lorenzini en su honor. Y el 24 de noviembre de 2001, al cumplirse 60 años de su fallecimiento, el Correo Argentino emitió un sello postal conmemorativo bajo la consigna “Aviación: Carola Lorenzini y Jean Mermoz”, con su imagen.
Su recuerdo hace enorme la presencia femenina en una actividad que durante muchísimo tiempo fue exclusiva de los hombres. Y las alas de la “Paloma Gaucha” conquistaron para siempre los cielos argentinos. (DIB) MM