Estoy en medio de un conflicto. No sé si seguir escribiendo o dejar la hoja en blanco. Si lo pienso, podría pasar horas yendo y viniendo por la historia, las limitaciones y las ideas sobre la historia de las limitaciones. El caso es que dudo sobre la repercusión de esto que ya lleva algunas líneas. Por un lado, creo que nadie debería interesarse por lo que pienso, digo o escribo, esto no solo es un concejo, sino que es la premisa más fuerte sobre la que se apoya mi duda. Por el otro, temo que estas ideas pasen a formar parte de ese mar profundo y revuelto donde no descansan en paz otras miles, donde las voces que se han levantado contra la canalla purgan condena junto a la infamia. A decir de Enrique Santos Discepolo, “Todo es igual, nada es mejor”. Para bien o mal, voy a continuar. Pospongo la resolución del conflicto y piu avanti. Antes de expresar lo que pienso confieso reconocerme como un pesimista militante. Dicho esto, avanzo sobre el papel.
Las situaciones en la que debemos tomar una decisión suelen generar algún que otro grado de angustia, eso es esperable. La angustia, si no nos inmoviliza es un indicador que nos avisa sobre algo que no esta tan bien, tan asumido o tan tranquilo, como se suponía debía estar. Nos recuerda que hay un malestar que se expresa y nos reconduce a un momento en el que algo sucedió y no pudimos resolverlo, dejándolo para más adelante y siguiendo “piu avanti”, o directamente no lo reconocimos y lo pasamos de soslayo, como quien camina inconciente sobre las huellas de las fieras. Estas situaciones irresueltas, escondidas o negadas quedan a la espera y mientras tanto se alimentan y crecen, tornándose cada vez más molestas y difíciles de ocultar.
Exponer ideas con el fin intentar persuadir a las personas para que vean el mundo según una determinada perspectiva no solo es una ilusión, sino que da cuenta de una holgazanería que mal habla de aquellos que se lanzan a transitar esos caminos. Si considerara licito persuadir, convencer, estaría aceptando que hay ideas más fuertes que otras, y afirmando que la desigualdad está a la base de toda forma de dominación, perdón persuasión. Claro está que el mundo en el que muchos nacimos, lejos de ya no existir, esta vivito y coleando, pero distinto. Había una vez un mundo distinto a este, porque aún no había lo que hay ahora. Uno distinto, a su vez, de aquel que fue habitado y construido por las generaciones anteriores, que también notaran los cambios oportunamente. La historia deviene, y en ese continuo vamos y venimos historiando, haciendo un trabajo de pensamiento sobre lo que sucedió, aceptando en el mejor de los casos, que los cambios se dan progresivamente y que por momentos pueden darse retrocesos. Mientras voy pensando en no pasarme de una carilla, me preparo para lo que viene, para esa página de la historia que estamos a días de escribir, a sabiendas de que Drácula anda suelto.

Héctor Adolfo Nine
DNI: 18088796

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