El gajo que interpela nuestra mirada de la comunitaria

Días atrás poníamos en discusión la posibilidad de la teoría de los juegos, sobre como en el escenario actual, se imponía la lógica de suma cero aplicada a los posibles próximos dos años en la política local. En ese contexto veíamos los posibles escenarios competitivos que se le presentaban tanto al oficialismo como a la oposición. Pero también sentábamos una serie de disparadores sobre el equilibrio de Nash y como este podía generar una serie de incentivos basados en la lógica de la cooperación.

ENFRASCADO EN SEGUIR LA MISMA SENDA
Puede un evento tan natural, como la caída de un gajo de nuestro ombú histórico, ser disparador de actitudes competitivas. Sin dudas que sí y de hecho esta semana las vimos. La propuesta de la ex directora de Cultura Corina Delletieris, sobre la posibilidad de intervenirlo artísticamente teniendo en cuenta que es patrimonio cultural, podemos debatirla sobre sus verdaderas intenciones políticas de fondo. No obstante, no podemos negar que resultaba ser un enfoque diferente y en el que muchos no nos detuvimos a pensar.
Sin embargo, desde el Departamento Ejecutivo, se actuó bajo la misma premisa con la que se actuaría normalmente con otra rama, cortarla y sacarla. Es que resulta difícil por un momento dejar de pensar en quien eleva la propuesta y detenernos a pensar en si esta idea de fondo contribuye a mejorarnos como sociedad, más allá de su procedencia. Estamos formateados para pensar competitivamente buscando obtener el mayor rédito posible en función del perjuicio de mi oponente, lógica de suma cero, o si lo quiere más coloquial, pensar individualistamente.
Esta semana también veíamos en los medios como la secretaria de Desarrollo Urbano Ambiental, Dra. Natalia Gatica, brindaba explicaciones a profesionales agrónomos sobre el proyecto de arbolado que se desarrollaba en nuestra ciudad, sin duda un tema que en este último tiempo generó reacciones de los vecinos con firmas de petitorios. Lo cierto es que, frente a una crítica nuestro instinto cultural tiende a tomarlo como una amenaza, en vez de ver las posibilidades potenciales que la misma representa para nuestra comunidad, mirada que solo se alcanza cuando uno está dispuesto a tender lazos de cooperación que permitan ampliar nuestra propia perspectiva.

PENSAR COLABORATIVAMENTE
El Dr. Steven Pinker, psicólogo, profesor de la Universidad de Harvard y uno de los pensadores que más impacto están teniendo sus ideas de psicología social y colaboración en estos días, hace tiempo que viene alertando sobre esta tendencia a la competición y el individualismo en nuestras sociedades actuales y de cómo la misma está alcanzando unos límites peligrosos. Recalca que este proceso sociocultural por el que nos encontramos atravesando, está supuesta “naturaleza desconfiada y egoísta” en la que se tienden a justificar muchas de nuestras acciones, no existe o mejor dicho no viene preinstalada de base en nuestras cabezas.
Lo que denuncia Pinker, es que la cultura popular nos está inyectando estas ideas tan peligrosas. Él dice que llevamos muchos años exaltando y premiando la competitividad, no una competitividad sana como la que podía defender Adam Smith, sino una basada en la derrota del prójimo como ya hemos visto anteriormente con los tipos de interacciones llamadas de suma cero. Este tipo de juegos, son aquellos en los que para que una persona obtenga un beneficio o una recompensa, debe existir otra derrotada o perjudicada en la misma medida.
Este tipo de interacciones no sólo se presentan en los deportes o en los juegos más famosos en nuestros días sino que están en todas partes. Lo vemos en la política claramente, pero también lo podemos ver en los sectores empresariales donde la mayor parte de las inversiones ya no van a mejorar un producto o un servicio, sino a robar clientes a la competencia. También lo podemos ver en la docencia, donde el sistema de calificaciones premia la rivalidad entre compañeros con los mejores resultados.
Pinker defiende que para poder devolver al ser humano ese instinto de cooperación que todos llevamos dentro, debemos introducir en nuestra cultura los juegos de suma positiva este tipo de interacciones en las que el jugador se beneficia de su victoria y además también beneficia al resto. Pinker insiste en que el mero hecho de que todos los jugadores conozcan este tipo de interacción, este tipo de juego, ya le daría grandes beneficios a la sociedad y los individuos.
Estas ideas pueden resultar irreales, sin embargo, sobran ejemplos de experiencias históricas que podríamos redefinir en nuestro actual contexto. A mediados de los 80 este tipo de interacción tomaron cierta popularidad y consiguió muchas las mejoras que hoy disfrutamos como el comercio internacional sin aranceles, compartir información entre unas universidades y otras más ambiciosas como el proyecto CELERON, que es un proyecto que involucra a mayoría de los países del mundo. Pero también convirtieron tecnologías que nacieron en una lógica militar, como es internet, para transformarla en una red global destinada a la colaboración de la información. Empresas asociadas a internet como lo son YouTube o el mismo Google partieron de ideas muy similares a estas.
En definitiva Pinker insiste en que para poder seguir en esta línea y mejorar la vida de millones de personas sería suficiente con dar más popularidad a este tipo de juegos colaborativos, a este tipo de ideas, proyectos o deportes, otorgándoles mayores espacios de visibilidad. El cree que esto sería suficiente para hacer del mundo un lugar mejor.
Los bragadenses podemos construir una mejor comunidad, que no es lo mismo que ciudad. Contamos con grandes ejemplos también de cambios de enfoques y de estrechar esfuerzos colaborativos. El Centro Cultural Constantino, es un fiel reflejo de esos lazos de colaboración que unió a todas las fuerzas vivas de Bragado en favor de su culminación. La pregunta radica en que tan contaminados por la cultura de la competencia nos encontramos como para tratar de dejar de ver con nuestro prisma individual y construir en conjunto un Bragado colaborativo.

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