El mensaje de Alejo Pérez Landaburu para esta Navidad

-El joven bragadense, compartió su mensaje navideño para la comunidad.

“Esta Navidad nos toca vivirla enmarcada en un contexto general de fiesta. Si bien todos los años hablamos de “las fiestas de fin de año”, en estos días esas palabras nos evocan también los pasados días de festejo en todo el país por la tan esperada tercera Copa del mundo ganada por nuestra selección.
Entre los comentarios al respecto me quedo con los que ven esta victoria como broche de oro después de muchos intentos pasados. Efectivamente, sin dejar de bajar los brazos, la selección viene de haber perdido en cuartos de final en 2010, la final del mundo en 2014 y en octavos en 2018. Aplica la frase de la canción de Soda Stereo (o la Negra Sosa): “Tarda en llegar, y al final hay recompensa… En la zona de promesas”
El Evangelio de esta Navidad, de la mano de San Juan, nos invita a vivir en la zona de promesas, en la promesa de “llegar a ser hijos de Dios”, creyendo en el Nombre de Jesús (cf. Jn. 1, 12). Promesa que en medio de las dificultades cotidianas de la vida, tales como la enfermedad, el cansancio, los desencuentros con seres queridos, el desánimo, parece quedar lejos, parece ser mentira.
Sin embargo, ya, desde ahora, por la fe en la Palabra que hoy nace humildemente en el pesebre, estamos viviendo en la promesa de Dios de ser Hijos suyos.

Vivir en la presencia de Dios no es estar “transfigurados” todo el día, solo con pensamientos y palabras espiritualistas, o alienados en ciertas prácticas de apariencia piadosa. Vivir en Dios, ser sus hijos, es vivir nuestra realidad con el corazón puesto en Él, con fe en su Hijo Único y con obras de amor para con el prójimo. En medio, sí, de las adversidades, de esos partidos y finales que nos toca ir perdiendo, de esos sinsabores que nos da la vida… Pero sin dejar de bajar los brazos, sin dejar de poner el corazón cada día, con la esperanza de algún día poder levantar la copa.
María, la virgen y José el carpintero, fueron los primeros en llevarse una amargura cuando no tenían lugar para ellos en el albergue, y tuvieron que tener a su hijo en el pesebre, rodeado de animales. Pero así y todo, aceptaron esas circunstancias que les tocó vivir y pusieron todo su amor para recibir a su hijo en ese humilde establo. Así, esa situación que bien podría ser un fracaso es una escena de esperanza, de humildad y de alegría que nos sigue iluminando a todos incluso hoy, al contemplarla.
Creo que a veces ganamos una final del mundo y nos alegramos todos como pueblo y lo festejamos por varios días, y nunca nos vamos a olvidar de esa felicidad. Pero otras veces, cuando no ganamos, a los “fracasos” que vivimos los podemos transformar poniendo mucho amor, como lo hizo la familia de Belén. En esos pequeños momentos también está Dios, en la zona de promesas”.

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