Entrevista a Fabián Van Landeschoot, el zapatero que marca historia en Bragado

Héctor Fabián Van Landeschoot ha trabajado en la misma zapatería por 45 años, empezando como un niño que barría la vereda y ahora arreglando todo tipo de zapatos, bolsas y mochilas. Ha trabajado con varios colegas en el pasado, pero ahora está solitario en su negocio. Es soltero, pero tiene un hijo y un nieto. Él ha visto muchos cambios en el negocio a lo largo de los años, y todavía sigue luchando en su trabajo.
Se trata de la zapatería de la familia Goncálvez. Allí trabaja desde los 9 años. Así lo relató: «mi mamá no quería que estuviera en la calle. Así que entré justo a trabajar el 02 de Mayo. Tenía 9 años. Cuando empecé estaban en la calle Pellegrini al 1000: entré hace 45 años».
En ese momento se encontraba Antonio, Margarita y sus cuatro empleados. Fabián empezó cebando mate y barriendo la vereda. «Después empecé a limpiar lo que eran los teñidos, en esa época era todo de cuero, y así con el tiempo fui aprendiendo».
La zapatería de la familia Goncálvez tuvo distintas direcciones por las calles céntricas de Bragado y ahora, se encuentra en Pellegrini 1990. «Siempre con ellos. Ahora estoy solo porque Antonio ya no viene», dijo.
Recordando los años en el oficio, expresó: «siempre me gustó. No me interesaba estudiar, así que mi mamá me dijo que empiece a trabajar; llegué y nunca me fui».

Fabián ya se considera parte de la familia. A lo que se refirió: «nos criamos juntos con Susana, y ahora son como mis padres. Ahora por suerte estamos con Nicolás».
En lo que implica el trabajo del día a día, el zapatero narró: «se hace de todo. Ahora se arreglan zapatos, se emparchan zapatilla, zapatos, botas de mujeres, zapatos de hombre, mochilas. Además del trabajo de costuras, se pega y cose. También cambiamos cierres».
Su rutina -desde hace cuarenta años- consta del trabajo por la mañana y por la tarde de lunes a sábados.
Es abuelo y se siente muy feliz con su familia y el trabajo.
También, nota cambios en los arreglos que se hacían en épocas anteriores. «Antes se trabajaba muchísimo más, éramos cinco, cuatro empleados y Antonio. Ahora hay menos trabajo, pero igualmente lo que tenemos todos los días es arreglo en zapatillas y en mochilas.
Además, recordó a sus compañeros en el oficio, «trabajé con Carlos Gripo, Arturo, con el negro Aliano y muchos otros.
Para finalizar, destacó: «tengo toda mi vida dedicada a los arreglos en esta zapatería, no lo cambio por nada. Más que trabajo, es mi vida».

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