Quedé estática en la playa
viendo como la nave partía
y mi corazón que ya se muere
porque esto no lo merecía.
¡Cuántos momentos transcurrieron!
¡Cuántos instantes que recuerdo!
No espero un regresar, yo presiento
que mis momentos se los lleva el viento.
¡Que vacía mi alma aquí se queda!
Cómo deseo poder estirar mis brazos
y aprisionar la nave de mi amado
y volverla despacito al puerto.
Pero sus ansias de navegar son muy fuertes
y sus deseos de conocer son tan grandes
que no puedo aprisionar su vuelo,
pues el corazón de navegante no se entrega
solo vive momentos, sin calor ni frío
y cuando transcurran los años
la soledad te matará,
pues has hecho mucho daño
y sé que lo pagarás.

Delia E. García de Macías

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