Francisco, Papa futbolero que no quiere que el negocio haga perder la esencia del juego

Jorge Bergoglio aseguró que el deporte es una oportunidad para “dar lo mejor de uno mismo”, pero les solicitó a los jugadores que sientan “la responsabilidad educativa para animar a los más jóvenes a crecer en su interior”.

Por Sergio Rubín

Finalmente, llegó el día. Comenzó el Mundial de fútbol en Qatar. Como cada cuatro años en que se realiza el campeonato, la pasión envuelve a la mayoría de los habitantes de los países que se clasificaron -entre ellos a casi todos los argentinos- y capta el interés de millones en todo el mundo, siendo el espectáculo deportivo de mayor atracción. Ahora bien, la lógica ansiedad por ganar y el formidable negocio que moviliza, ¿en qué medida pueden hacer olvidar la noble esencia de ese deporte?
No parece haber mucha gente empeñada en recordar los valores que entraña el fútbol rectamente practicado. Aunque vendría bien recordarlo en las escuelas en estos días en que tantos niños y adolescentes van a estar “pegados” al televisor. Por lo pronto, el Papa Francisco los destacó al recibir a consagrados futbolistas que participaron en el estado Olímpico de Roma de la tercera edición del Partido por la Paz, con el fin de recaudar fondos para la obra educativa de Scholas Ocurrentes.
Delante de medio centenar de jugadores, entre los que se contaban el brasileño Ronaldinho, el italiano Ciro Immobile y el argentino Claudio Paul Caniggia, Francisco reivindicó el fútbol amateur y, particularmente, “la gratuidad del juego”, el jugar por jugar, por todo lo bueno que conlleva. Fue a partir de que le regalaron una pelota de trapo hecha por jóvenes de escasos recursos alcanzados por la obra de Scholas, presente en numerosos países, que él mismo promueve.

El papa Francisco en el Vaticano el 16 de noviembre del 2022. (Foto AP/Alessandra Tarantino)

Francisco ya se había referido a las bondades del fútbol en un discurso ante los participantes del encuentro “El fútbol que amamos”, promovido por el diario deportivo italiano La Gazzetta dello Sport y la Federación Italiana de Fútbol, ocasión en la que dijo que “en una actividad deportiva están involucrados no sólo los músculos, sino toda la personalidad de un niño, en todas sus dimensiones, incluso en las más profundas”, así como “sus sueños y aspiraciones”.
Futbolero, simpatizante de San Lorenzo y asiduo concurrente a la cancha hasta que fue nombrado arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio afirmó que el deporte es una oportunidad para “dar lo mejor de uno mismo, con sacrificio y compromiso”. En ese sentido, dijo que “lo bueno de jugar con un balón es que puedes hacerlo junto con otros, pasarlo en medio de un campo, aprender a construir acciones de juego, trabajar en equipo”.

“El balón se convierte en un medio para invitar a personas reales a compartir amistad, a encontrarse en un espacio, a mirarse a la cara, a desafiarse mutuamente para poner a prueba sus habilidades”, sostuvo. Luego de insistir en que “el fútbol es un juego de equipo” y que “¡no se puede divertir solo!”, advirtió que “en una sociedad donde el individualismo es muy apreciado, el futbol reafirma la importancia del nosotros”.
Francisco contó que un día una periodista le preguntó a un teólogo cómo se le podía explicar la felicidad a un niño y este respondió apelando al fútbol: “No se lo explicaría, le daría un balón para jugar. Jugar -subrayó- te hace feliz porque puedes expresar tu libertad, compites de una manera divertida, vives un tiempo en lo libre simplemente porque te gusta, persigues un sueño sin ser necesariamente un campeón”.
Además, destacó la posibilidad que permite el juego en general y el fútbol en particular de desarrollarse humanamente. Puso como ejemplo el hecho de estar en el banco de suplentes, que consideró que “no es una humillación, sino una oportunidad para crecer y el gusto de dar lo mejor de sí”. A la vez que destacó el papel educativo de los entrenadores, que pueden dejar una huella en los jugadores.
También se refirió a los futbolistas profesionales exitosos, que hoy ganan mucho dinero y cosechan la admiración de millones -varios de ellos presentes en el encuentro-, a quienes les pidió que “no se olviden de dónde empezaron: en ese campo suburbano, en ese oratorio, en ese pequeño club”. “Quiero que siempre sientan gratitud por su historia de sacrificios, victorias y derrotas”, añadió.

Francisco les recordó que son en buena medida un modelo para muchos niños y adolescentes y, por eso, les solicitó también que sientan “la responsabilidad educativa, que debe ser implementada a través de la coherencia de vida y la solidaridad con los más débiles, para animar a los más jóvenes a crecer en su interior, y tal vez incluso a ser campeones en la vida”.
¡Cuánto necesita el mundo en general y la Argentina ejercitar los valores del fútbol rectamente practicado! Como dice el Papa, el trabajo en equipo, el ir todos detrás de un mismo objetivo, el esforzarse por lograrlo e intentar superarse cada día, sabiendo que se aprende más de las derrotas que de los triunfos, que la adversidad puede ser una gran maestra.
De paso, vendría bien en nuestro país que tanta pasión no quede reservada al deporte, sino que potencie la construcción de un país mejor, con trabajo y honestidad. Porque, si los gobernantes no están a la altura de las circunstancias, habrá, en cambio, un pueblo apasionadamente empeñado en estarlo.
Hoy más que nunca necesitamos de un pueblo que no solo crea en la selección de fútbol, sino también en que una Argentina mejor es posible.

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