Hombre de ideas e ideales: Bernardo Houssay, el primer Nobel de Medicina argentino

A los 17 años, se recibió de farmacéutico y a los 23, ya era médico. Su vida demuestra que para el verdadero científico, la cumbre es el llano.

Bernardo Houssay, una pieza fundamental en el crecimiento de la ciencia nacional. (Foto: Archivo).

Por José Narosky.

El 10 de abril, se celebra el Día de la Ciencia. Es bueno homenajear a un ilustre hombre de ciencia argentino: Bernardo Houssay. En 1947, -tenía 60 años- recibió el mayor galardón al que puede aspirar un médico: el Premio Nobel de Medicina, que ya habia obtenido dos años antes Alexander Flemming, el descubridor de la penicilina.
Su modestia le hizo declarar: ”Me podrán conceder honores, pero no el honor”. Porque él sabía que para el verdadero científico, la cumbre es el llano.

Quién fue Bernardo Houssay
Hijo de padres franceses, Bernardo Houssay, de precoz inteligencia, ingresó a los 5 años –examen mediante- al tercer grado primario; ¡con sólo 5 años!; a los 13 era bachiller; a los 17 farmacéutico y a los 23 años, ya era médico. Fue nombrado profesor titular de Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Houssay fue un verdadero maestro. En un momento dado, todas las cátedras de Fisiología de las facultades de Medicina del país, eran ejercidas por exdiscípulos suyos, de alto nivel técnico y científico.
Una de las enfermedades que su valiosa labor científica contribuyó a estudiar, fue la diabetes. Pero también profundizó en la hipertensión arterial de origen renal.
Houssay engrandeció a su país, por eso le corresponde con justicia el día de la Ciencia.

La Facultad de Medicina de la UBA y el hospital de Clínicas rodean la plaza que lleva el nombre del reconocido científico argentino.
Una anécdota de Bernardo Houssay
Houssay solía decir: “Más que en otras carreras, para estudiar Medicina, hay que sentir una gran vocación”. Sus alumnos le tenían un verdadero terror.
En una ocasión, un colega famoso, profesor de la misma facultad que Houssay, que además era ministro y que era su amigo personal desde hacía muchos años, le dijo:

  • Mirá Bernardo, mañana en tu cátedra, rinde examen mi hijo-. Y le agregó sonriendo irónicamente: -Espero que no me lo aplaces…
    Al día siguiente, el joven resultó aplazado. Días después, el colega y ministro lo increpó diciéndole:
  • Aplazaste a mi hijo. Incluso, me contó que lo trataste con mucha severidad. Ya no me siento amigo tuyo.
  • Es cierto que fui exigente con tu hijo, pero no más que con otros-, le dijo Houssay -porque mañana, ya médico, de él dependerá la salud de seres humanos, y la vida de los semejantes es mucho más importante que nuestra amistad.
    Y esa labor tenaz, silenciosa y total de este extraordinario investigador argentino, que sintió la obligación de hacer el bien como una necesidad vital, trajo a mi mente este aforismo
    “Quien da todo, querría dar más”.
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