-Por Gonzalo Ciparelli

En ocasiones quizás estos dos conceptos pueden sonar parecidos ya que no son más que respuestas del ser humano frente a algún estímulo. Sin embargo, separarlos profundizando es importante porque en uno se activa el sistema nervioso mientras que en el otro el inconsciente, a mi parecer, claro.
El reflejo entonces, no es más que un acto involuntario y automático, parpadear, respirar; mientras que el impulso es la reacción con la cual vamos a responder frente a una situación que no esperábamos y que creo está determinado por lo que se adquirió en la infancia, sumado a la manera que se aprendió a canalizar emociones, y al instinto, si se quiere, de la supervivencia.
En nuestra cotidianeidad podríamos pensar en nuestro impulso cuando frente a un hecho que nos cuentan, nos preguntan cómo hubiésemos reaccionado nosotros en ese momento y que generalmente respondemos: “Tendría que estar en el lugar”.
Lo más probable sin embargo es que cada uno realmente si profundiza, pueda dar una respuesta certera y con claridad de como reaccionaría al hecho que le están contando y preguntando, ya que no es ajeno a su impulso, porque como mencioné, quizás este se desarrolla en la infancia, no participa la razón y es inconsciente, por lo tanto conociendo este último, se puede conocer el impulso.
En el caso que no lo conozcamos, podemos comenzar a entenderlo pensando en los errores que nos generaron culpa, ya que a partir de ahí podemos entender nuestra moral, y si sumamos a eso la sinceridad, logramos comprender, si estamos actuando correctamente o es momento de reconocer, aceptar y cambiar.
El impulso puede ser sano o insano, y claramente el que va a generar culpa es el insano, porque el primero solo causa angustia y/o arrepentimiento un breve tiempo, la palabra bien medida tiene el doble de valor, valor que hace referencia a lo moral, claro. Para entender quizás mejor esto, hay que imaginar situaciones en las que nos realizan algo que sabemos es injusto y nosotros debemos reaccionar de alguna manera a eso, porque nos sorprendió, nos generó repudio, impotencia; y hay que tener en cuenta que quien va a responder, es justamente nuestro impulso.
Luego de recrear en la imaginación la situación de injusticia y ver nuestra reacción, ¿sentimos culpa o liberación? Ahí creo se encuentra la moral de cada persona. Si sentimos culpa, debemos trabajar en nosotros mismos para nuestro bienestar primeramente y luego, para el de los demás también, claro, mientras que si sentimos liberación, lo más probable es que entendamos sinceramente que nuestro impulso es sano.

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