La calle sábado.
a frase de hoy: “¿Cómo es posible que haya dirigentes que pierden la confianza de los votantes en forma tan rápida?”.
Cuando aún faltan dos semanas para la elección llamada “balotaje”, los medios informativos parecen no encontrar respuestas más o menos valederas.
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Es para preguntarse si la falta de partidos políticos juega a favor de las necesidades de todos los sectores. Una lluvia de alianzas, acuerdos y pedidos de auxilio en busca de votos está poblando los comentarios.
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En realidad después del acto comicial debiera el ciudadano común sentarse en un rincón oscuro en espera de los pasos posteriores. Sin embargo hay apuro por lograr resultados, es decir, hace falta encontrar soluciones a muchos problemas.
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Por eso cada dirigente, cualquiera haya sido su partido anterior, tiene la obligación de encontrar las mejores salidas. En estos días ver confusión en los tradicionales partidos, radicalismo y peronismo, no asegura certezas y, por eso, la gente espera.
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Los ciudadanos antes de ahora se inclinaban por oír las voces de sus dirigentes, hoy los ve cambiar de opinión y mostrar dudas que se contagian.
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Las figuras políticas que contaban con apoyo popular, asegurándose la demostración de esa confianza en los votos, ahora, todo es cuestión de análisis; los que antes sumaban votos en cantidad, actualmente tocan timbre buscando recuperar el apoyo perdido. Todo se ha transformado en una gigantesca lotería.
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El bloque de autoridades radicales en estos días ha dejado de acompañar a sus referentes seccionales. Y las viejas ideas parecen haber perdido vigencia.
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Algo es cierto: todos nosotros en uno u otro lugar, confiamos en que los dirigentes actuales, deben afinar la punta de su lápiz para apostar lo mejor.
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Las urnas una vez más harán oír su voz deseando no equivocarse.
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Es cierto que la confianza se gana y se pierde. Estamos ante un nuevo tiempo donde no vale dividirse por pensar diferente. Eso por ahora es lo único que está claro.