Elevo mi voz al viento
pidiendo a gritos
que dejen de luchar tanto
¿por qué tanto martirio?
La gente se muere de hambre
ya no hay trabajo
y los rostros se conmueven
por tanto sacrificio.
Su pensar es tan triste,
refleja el dolor del alma,
sus mesas están vacías
siempre antes colmadas
y son tan tristes sus miradas
no hay ilusiones, no hay esperanzas.
Sus ojos no tienen brillo
pues ya no hay lágrimas.
Los inviernos tan crudos
hace que el frío penetre
en cuerpos sin abrigos
y en lechos sin frazadas.
Los estómagos están vacíos
pues no hay comida,
¡cuánto dolor del alma
en esas miradas!
¡qué termine la guerra
es lo que yo ansío!.

Delia E. García de Macías

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