La lotería de la meritocracia

En estos últimos días hemos visto en distintos medios de comunicación diferentes reacciones por parte de personas que, a priori, consideran que tienen derecho hacer valer su verdad por sobre la de los demás. Quizás los ejemplos que más nos han llamado la atención radican en los distintos reclamos que efectuaron individuos ante profesionales de la salud.
En Rosario, por ejemplo, una enfermera debió soportar el ataque de un grupo de personas que buscaban realizarse un hisopado. La enfermera, colapsada por brindar servicios durante las últimas 24 horas, debió además de prestar su servicio público contener la situación de violencia entre lágrimas. Algo similar ocurrió en Mar del Plata, dónde en un puesto de prevención de salud instalado por la pandemia de COVID, los turistas que hacían cola para efectuarse hisopado, arremetieron en reclamos contra los profesionales que allí se encontraban cuando cerraron el puesto al finalizar su turno.
¿Que nos está pasando? ¿Dónde perdimos el eje entre aquellos aplausos a los profesionales de la salud que realizábamos a principio de la pandemia en el 2020 y esta situación de no contemplar el agotamiento tras dos años de prestar servicio en la primera línea de defensa de la salud? ¿Dónde quedó aquel respeto que brindábamos frente a la intención de primar hoy nuestro punto de vista e interés? La respuesta la podemos encontrar en lo que en psicología se denomina sesgo egocentrista. Quizás sea este el principal factor de, entre otras cosas, tener una dirigencia que contribuye cada día a incrementar la denominada “grieta”.

CUANDO NO PODEMOS VER MÁS ALLA DE NUESTRO INTERÉS
El sesgo egocéntrico refiere a la tendencia a confiar demasiado en nuestro punto de vista, lo que hace que nos cueste ver las cosas desde la perspectiva de los demás. Una de las causas por las que subestimamos las diferentes opiniones de los demás o incluso las ignoramos completamente es este sesgo. Al confiar en exceso en nuestra perspectiva, proyectamos nuestras creencias, pensamientos y emociones en los demás. Esto puede ser un obstáculo en nuestra capacidad para empatizar con el otro, ya que podemos estar tan centrados en cómo nos sentimos nosotros que nos olvidamos de cómo se pueden sentir los demás.
Este sesgo cognitivo puede influir en la forma en la que procesamos la información y tomamos decisiones, por ello es muy importante ser consciente del impacto que tiene en nosotros. Para reducir su impacto, tenemos que dejar de asumir que los demás interpretan las situaciones como nosotros. No todo el mundo comparte nuestros valores y preferencias. Existen miles de perspectivas para una sola situación.
Es este sesgo el que puede llegar a provocar en nosotros algo tan diferente como creer que nuestro destino está atado a dos factores diferentes, como son el esfuerzo, el trabajo o lo que podría llegar a considerarse la “meritocracia”; mientras que por otro lado se encuentran aquellos que creen que nuestro destino está atado a nuestra suerte, aquellos factores externos que condicionaron nuestra realidad del momento. Lo cierto es que ambos factores tienen que ver en nuestras realidades.

MERITOCRACIA VS SUERTE
El sesgo egocentrista, tiende a maximizar nuestras acciones por sobre las circunstancias. Cada uno de nosotros experimenta y recuerda vívidamente todo lo que hace, pero no todo lo que hacen los demás. Así que naturalmente se sobreestima nuestras propias contribuciones y subestimas la de los demás y a la influencia de otras cosas en nuestras vidas, como el papel que juega la suerte en nuestro éxito. Por eso la frase “hay que esforzarse para triunfar en la vida” tienen tanto sentido, porque reafirma las posibilidades de éxito en nosotros.
Tomemos a los jugadores de futbol como ejemplo. Si le preguntas a un jugador profesional como llegó a la liga nacional, mencionaran su arduo trabajo, determinación, grandes entrenadores, la voluntad de sus padres de levantarse muy temprano, entre otros factores. Pero tal vez no reconozcan la suerte que tuvieron de nacer en la primera mitad del año. Es que nacer en los primeros meses del año puede hacer que tengas hasta 4 veces más probabilidades de ser un jugador profesional y la razón de esta disparidad es, tal vez, porque la fecha límite para las ligas de futbol infantil es el 1 de enero.
Los nacidos en la primera parte del año son un poco mayores y por lo tanto en promedio son más grandes y rápidos que los niños nacidos a finales de año. Es cierto que a medida que crecen esta diferencia debería reducirse a la nada, pero no es así, porque los niños que representan la mayor promesa tienen más tiempo en el césped y participan en torneos en los que reciben mejor entrenamiento y favorecen sus habilidades. Estas ventajas se acumulan año tras año, por eso cuando llegan a ser profesionales, los cumpleaños tienden hacia el comienzo del año. Veamos algunos ejemplos: Gallardo 18 de enero, Batistuta 1 de febrero, Tevez 5 de febrero, Di maría 14 de febrero, los mellizos Barros Schelotto el 4 de mayo, Agüero 2 de junio, Messi y Riquelme 24 de junio. Claro que existen excepciones, la más grande es la de Diego Maradona el 30 de octubre. Ahora bien ¿escuchó alguna vez algún jugador agradecer su fecha de cumpleaños?
Los factores externos no son considerados en la mayoría de los casos. Tal vez la suerte más importante que determinan las posibilidades de ser millonario, radica en el país que te tocó nacer. Por ejemplo, si naciste en Estados Unidos, que representa la mitad de la variación en los ingresos que reciben las personas del mundo, las oportunidades serán mayores a quienes tuvieron la suerte de nacer en Burundi, el país con el ingreso bruto per cápita más bajo del mundo, solo 730 dólares al año. En Burundi no importa cuán inteligente o trabajador seas, es poco probable que ganes mucho dinero como adulto.
Nicolás Maquiavelo tenía una forma de distinguir este factor, hablaba por un lado de suerte, como aquellas circunstancias externas que influyen en nuestro quehacer diario y por el otro lado de fortuna, aquellos factores donde uno trabajaba y se esfuerza para estar preparado ante cada circunstancia. El decía uno debe desarrollar su fortuna para que cuando llegue la suerte tenga la capacidad de tomarla.
Mucha gente se ofende si se señala el gran papel que juega el azar en su éxito. Esto es entendible, ya que si somos sólo un producto de nuestras circunstancias entonces nuestro arduo trabajo y nuestro talento parecen no contar para nada. La gente piensa que tiene que ser la habilidad y no la suerte lo que explica el éxito; pero la verdad es que necesitas ambas.

NUESTRO SESGO EGOCENTRISTA Y LA MERITOCRACIA
En un experimento los participantes fueron colocados en grupos de tres personas para discutir un problema moral complejo. Una persona de cada grupo fue designada al azar como el líder del equipo. Media hora después el experimentador llegó con cuatro galletas para cada equipo, entonces quien recibió la galleta extra por decisión del grupo en cada caso fue el líder del equipo, a pesar de que no tenían ninguna aptitud especial, ni tenían responsabilidades adicionales y habían obtenido su puesto solo por casualidad. Esta experiencia demuestra que, en nuestras sociedades, una vez que se alcanza ciertos estatus, parece natural sentir que lo mereces como todas las otras cosas buenas que se presentan.
Ahora bien, piensen en las implicancias que este sesgo puede tener cuando está fuera de su control. Piensen en lo que significa todo esto para nuestra sociedad, específicamente para las personas en posiciones de poder como líderes empresariales y políticos. Sin duda la mayoría de ellos son talentosos y trabajadores, pero también han tenido más suerte que la mayoría y como la mayoría de nosotros no se dan cuenta de la suerte que tienen, esto les da una visión distorsionada de la realidad. De esta manera comienzan a vivir en un sesgo de supervivencia.
Todos estos líderes han trabajado duro y finalmente han tenido éxito. Para ellos el mundo parece justo, en su experiencia se recompensa el trabajo duro, pero lo que no tienen es la experiencia de todas las personas que han trabajado duro y han fallado por circunstancias de la suerte. Eso lo lleva a afirmaciones falsas, puede confundir a estos líderes y pensar que las personas menos exitosas que ellos se debe a que han trabajado menos o son menos talentosas.
Estudios demuestran que, estas clases de personas, las que reafirman su convencimiento a través del sesgo egocentrista, tienen una perspectiva menos propensa a ser generosos, pero al mismo tiempo son ellos quienes establecen las reglas de funcionamiento de la sociedad. Esto es muy desafortunado ya que es una de las principales razones por las que muchos de nosotros tenemos suerte, es por nuestro país de residencia, por las escuelas a las que fuimos, por el transporte, los servicios de emergencia, o el acceso al agua potable.
Parece un truco cruel de nuestra psicología que, las personas exitosas sin malicia, atribuyen su éxito en gran parte su trabajo duro e ingenio y por lo tanto contribuyan menos a mantener las mismas circunstancias que hicieron posible ese éxito en primer lugar.

La buena noticia es que reconocer nuestras circunstancias afortunadas, no sólo nos alinea más con la realidad, sino que también nos hacen más agradables como personas. La toma de conciencia sobre los eventos afortunados también puede hacernos más felices porque nos permite sentir gratitud.
Nuestras circunstancias y psicología conspiran para hacernos inconscientes de nuestra suerte. Esto puede derivar a que nuestros líderes adquieran una mentalidad sesgada que fractura nuestras diferencias como sociedad, pero también a que un individuo que por circunstancias de la vida cree tener más derechos que los que establecen nuestras normas de convivencia, termine gritando a una enfermera de turno.
En definitiva, si realmente queremos una sociedad mejor y un liderazgo acorde a este desafío, comencemos a cambiar nuestras creencias. Para triunfar en la vida el mejor consejo es, paradójicamente, primero creer que tienes el control total de tu destino, que tu éxito se reduce sólo a tu propio talento y trabajo duro. Pero una vez que hayas alcanzado el éxito debes saber que eso no es cierto, debes recordar que si logras el éxito la suerte jugó un papel importante y dada tu buena fortuna debes hacer lo que puedas para aumentar la suerte de los demás.

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