Norberto Otero, el radiotécnico del conurbano que dijo haber visto “otro” alunizaje
“El Loco” Otero vivía en Avellaneda, a pocas cuadras del centro. Reparaba televisores en su taller. La noche en la que Armstrong y Aldrin paseaban por el satélite de la Tierra afirmó haber contemplado una transmisión alternativa a la que vieron 650 millones de personas en el mundo.
Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB
Medianoche del 20 al 21 de Julio de 1969. Norberto Otero, un radiotécnico de Avellaneda, en la zona sur del Gran Buenos Aires, arreglaba un televisor en su taller mientras en otra pantalla, sintonizada en el Canal 13, veía lo mismo que estaban mirando en ese momento 650 millones de personas: la llegada de los primeros hombres a la Luna.
Al tiempo que Neil Armstrong y Buzz Aldrin daban cuidadosos pasos en la superficie polvorienta, “el Loco” Otero ajustaba el sintonizador del Admiral traído de EE.UU., que tenía dos perillas: una para los canales del 2 al 13 y otra para emisiones en frecuencias más altas, llamadas UHF, para los canales del 14 al 83, que no se usaban en Argentina. Mientras movía este dial cuando pasó por el canal 54, a Otero le llamó la atención algo: aparecieron imágenes del alunizaje pero que no eran las mismas que se veían en el otro TV.
El técnico buscó una cámara y tomó varias fotos a la pantalla del Admiral. Tenía un documento único, nada menos que la prueba de que la NASA había propagado otra transmisión de la llegada del módulo al satélite terrestre. O al menos fue lo que contó a un periodista de la revista Siete Días, que publicó el relato en su número 119, del 18 de agosto de ese año. Enseguida se desató la polémica: ¿eran reales las imágenes?
- Si se trataba de un fraude, ¿quién lo hizo y por qué?
El protagonista de esta historia era muy conocido en el barrio. Trabajaba en la usina de Dock Sud y en sus ratos libres reparaba equipos de transmisión de los bomberos de la Isla Maciel, de Avellaneda y de Dock Sud. En su tallercito de Zeballos y 12 de Octubre, se encargaba de componer televisores familiares: «La changa me sirve para redondear el sueldo”, reconoció a Siete Días.
En la entrevista contó con lujo de detalles la forma en la que habría conseguido las fotos anómalas. Mientras en el Canal 13 Mónica Mihanovich comentaba las imágenes de la NASA que llegaban al mundo entero, Otero afirmó que veía la otra emisión en el Admiral de 19 pulgadas. Al principio la imagen se vio borrosa y entonces “trepé a la terraza de casa y moví la antena parabólica que tengo ubicada en el techo, apuntándola a la Luna. De repente, en la pantalla del televisor aparecieron los dos astronautas caminando por el satélite».
Las transmisiones, aseguró el radiotécnico, «eran completamente distintas; tanto por el ángulo de las tomas como por la nitidez y calidad de la recepción. Comparando unas con otras parecía que se trataba de dos alunizajes distintos”.
“Lo que la humanidad no vio”
La cuestión es que en la revista no se contentaron con publicar una nota de seis páginas con las imágenes de Otero titulada, “Lo que la humanidad no vio”. Enviaron las fotos para su análisis a seis ingenieros electrónicos y, además, a la embajada estadounidense. Mientras que en la delegación diplomática no salían de su asombro, a la par que aseguraban que la NASA había emitido una sola señal, a los expertos les parecía que era imposible que semejante acontecimiento hubiera sido captado con una sola cámara, con lo que le otorgaban cierto viso de credibilidad a los dichos del técnico.
Con sus imágenes, “El Loco” Otero anduvo por el programa de Pipo Mancera. Allí repitió su versión, pero luego cayó en un profundo cono de sombra. La edición 135 de Siete Días, en la que se repasa 1969 con los viajes lunares como tema de tapa, ya no menciona por ningún lado al radiotécnico.
De todos modos, la leyenda del técnico electrónico de Avellaneda que había captado, con una antenita parabólica del tamaño de una palangana, una supuesta transmisión alternativa del “viaje de los lunautas”, ya había echado raíces.
FRECUENCIAS IMPOSIBLES
Muchísimos años después, en 2015, el radioaficionado Federico Tomasczik rescató la historia e intentó encontrar la verdad. Contó en su blog LW3ESH que las señales entre la Tierra y la Luna utilizaban un sistema desarrollado para el programa Apolo llamado Unified S-band (USB). El USB permitía enviar en forma conjunta los datos del módulo lunar, signos vitales de los astronautas y la señal de televisión. Y operaba en frecuencias mucho más altas que las de los canales UHF.
Esto, sumado a otros detalles (la calidad de la transmisión y los pocos cuadros por segundo) hacían imposible que Otero pudiera haber interceptado una transmisión Luna-Tierra.
Quedaba averiguar de dónde habían salido esas imágenes. El periodista Alejandro Agostinelli, en una extensa nota, arroja luz sobre el asunto. Afirma, basado en una carta del colega Roberto Solans, experto en temas aeroespaciales, que lo que hizo Otero fue fotografiar un documental emitido por un canal de TV porteño que “mostraba cómo se entrenaban los astronautas para la primera caminata. Las escenas estaban tomadas inequívocamente en estudio, algo que evidenciaban tres o cuatro sombras proyectadas en el piso por cada astronauta, y frecuentes cambios de encuadre, señal de varias cámaras en uso”.
PREGUNTAS AL ATER
Entonces estaría resuelto el fraude. ¿O no? ¿Otero mintió deliberadamente para hacerse famoso? ¿Captó una retransmisión del documental, emitida al mismo tiempo que el alunizaje? ¿”Enganchó” un fenómeno de propagación gracias al que sintonizó imágenes transmitidas mucho tiempo antes, algo que ya roza lo paranormal? ¿O el engaño lo llevó a cabo la revista?
Hace un par de años el director argentino Lucas Larriera realizó un documental sobre el caso llamado justamente “Canal 54”. Allí se hizo todas estas preguntas sobre Otero, sin encontrar ninguna respuesta directa.
En medio de este enigma, hay vecinos que todavía defienden al “Loco”. Un tal Héctor comenta en el blog LW3ESH que el técnico no había mentido y que se había enterado en una revista que la NASA iba a transmitir en la frecuencia del canal 54, y que el organismo de EE.UU. incluso le había dado a Otero un certificado de autenticidad.
Héctor aclara, además, que Norberto Otero falleció. La única persona que podría aclarar este misterio descansa, entonces, en el Cementerio de Avellaneda desde abril de 1999. Queda la leyenda, entre él y la Luna, esa otra Luna de Avellaneda.
(DIB) MM