Nuestro maestro es el destacado del año

-Considerado por el equipo de «La Voz»

Roberto en la redacción del diario “La Voz”

¿Qué es un maestro? Podríamos dar muchas definiciones, pero digamos básicamente que un maestro es alguien que nos ha precedido en un camino, adquiriendo el conocimiento en su tránsito y estando dispuesto a trasmitirlo a quienes venimos atrás a modo de guía para hacer más claro el recorrido. Existen un sinfín de maestros, los hay por cada disciplina, profesión, arte o actividad que los humanos realizamos. Pero si hay que hablar de un maestro para quienes hemos o seguimos recorriendo el camino del periodismo dentro de “La Voz”, es Roberto Dematteis.
Decir Roberto, es decir un sinónimo de La Voz. Es decir la infaltable columna de “La Calle”, es decir la cobertura del partido de fútbol de los fines de semana, pero sobre todo es decir la parte más social, humana y comprometida con la verdad que puede ofrecer nuestro medio. Es quien desde los orígenes de este diario, cuando Hugo Soto decidió fundarlo, ha marcado la impronta editorial y nos ha dado cátedra a quienes abrazamos la vocación de la escritura como reflejo de nuestra vida comunitaria cotidiana.
Imaginar una tarde en la redacción, es tenerlo sentado frente a una máquina escribiendo, diagramando e involucrándose con cada parte del diario. Desde que llegó a Bragado en el año 1965 para ocupar su puesto como trabajador ferroviario en Control Mecha, Roberto se acercó a nuestro medio y desarrolló su vocación periodística. Vocación a la que supo darle su impronta social, aquella que también llevó cuando se desempeñó en el Policlínico Ferroviario de Bragado, en una época donde las política de achique del estado y reducción del personal lo llevó a sufrir un injusto sumario administrativo, por ser quien autorizaba el retiro de medicamentos a las personas que no tenían plata para pagarlo hasta el próximo cobro. Como todos ha tenido los sin sabores que nos da la vida, quizás el más reciente sea la pérdida de su compañera del corazón hace un año y medio. Pero también sabe disfrutar de las alegrías que se nos presentan como sus hijos, sus siete nietos y hasta su bisnieto.
Le aseguramos que no hay una redacción de La Voz sin Roberto, es que incluso no dejó de trabajar y escribir aun cuando por su situación de riesgo frente al COVID, podría no haberlo hecho. Si usted, estimado lector, quiere conocer a un Roberto diferente, un Roberto al que brillan los ojos y al que no se le escapa ese temple con la verdad, los invito a que visiten nuestra redacción a la tarde, una vez que haya pasado esta pandemia y no tengamos que ser estrictos con los protocolos. Mientras tanto déjenos contarles, o al menos intentarlo, como es ese Roberto por las tardes en la redacción.

Roberto y parte del equipo de “La Voz” en el último día del año

EL DEPORTE SIEMPRE PRESENTE
Para mostrarle quien es Roberto traemos un día en la redacción de hace una semana, mientras cerrábamos la edición del día 24 de diciembre. Definirlo como un apasionado por la noticia deportiva resulta poco, mientras encendía su computadora y se prestaba a trabajar, ya empezaba a pensar la cobertura del domingo y lo que para él era la noticia del fin de semana, la final del torneo local de fútbol.
Su pasión periodística es el seguimiento del fútbol local, sobre este último torneo opina que como pocos se ha presentado muy parejo, aún cuando a cinco fechas para el final del mismo Bragado Club se presentaba como “difícil de bajar”. Mientras leía la información policial a publicar, reconocía en el SEM a un posible justo campeón (tenga en cuenta que aún faltaba jugar la final) y le atribuía parte de ese logro a la habilidad de saberse organizar con los refuerzos que se incorporaron, muchos de ellos provenientes de las filas de Sportivo que termino por sufrir esos pases y no llegar a quedar entre los ocho finalistas. En esos días previos a la final, veía en el SEM un equipo fuerte, aunque analizaba que “aún le falta para consolidarse”, mostrando como ejemplo de esto el primer partido de la final, donde Salaberry supo igualarlo cuando iba perdiendo por dos goles.
Aun así cuando alguien preguntó abiertamente cual era el hecho deportivo del año, no dudó en reconocer sobre todos los abordados en esa charla el campeonato de Candela. Sobre el logro alcanzado en este año que cierra por Kevin Candela, Roberto reflexiona que “…ha sido un año alegremente inesperado, incluso para él. Ese final de película que nos regaló, donde hasta el último momento no se sabía el final, donde era a todo o nada, donde cada uno de nosotros quería meterse en la pantalla para ayudar a empujar el auto para que cruce la meta. Tiene mucho por festejar y le espera un año difícil, es otra categoría y esperemos que consiga el apoyo necesario para tener un buen desempeño, porque tiene mucho para dar”.

Sus nietos y bisnieto, su orgullo familiar

SU SIEMPRE PRESENTE PREOCUPACIÓN POR LOS JÓVENES Y LA INTERPELACIÓN A LOS ADULTOS
Esa misma jornada, al terminar la lectura de los dos textos enviados por los sacerdotes de nuestra ciudad para la Navidad y asignarle a cada uno una página, Roberto se dispuso a tomar su cafecito. Ese es uno de los instantes más maravillosos que nos ofrece este galeno de las letras, el momento de la pausa para la reflexión, es el instante donde la parte más social y humana de su ser se mezcla con nuestra realidad diaria. Su mirada de ese 23 de diciembre se enfocó en los jóvenes y en su profunda preocupación por los tiempos que le tocan vivir.
Aquel día nos decía lo siguiente “…me preocupan estos tiempos, la tendencia a la violencia, al alcohol. Creo que la droga está muy distribuida y hasta socialmente aceptada y no sé qué estamos haciendo para variar y cambiar el rumbo. Instituciones o herramientas que en otra época podían ayudar mucho para tratar estos temas como la iglesia, hoy no alcanzan y todo se presenta muy difícil”.
Reconocía aquel día que el actual contexto económico y social, donde a un joven le es difícil encontrar trabajo, tampoco ayuda para mejorar esta situación. “… Tenemos jóvenes que no encuentran en la educación una oportunidad como en otras épocas, terminando por abandonar la escuela muchos de ellos. Tampoco vemos que estén en el centro del debate, en los discursos de dirigentes o en la asunción de los concejales y en el año legislativo que se presenta no hay referencia a ellos. Pareciera que basta con que hagan la fiesta de egresados”.
Roberto ve en la escuela el ámbito como para reunir las voluntades que se hagan eco sobre las problemáticas de los jóvenes, si bien reconoce que las instituciones educativas tienen cada vez más responsabilidades y tareas que solo educar, por su cercanía con los adolescentes diariamente, la considera el ámbito ideal para abordar un espacio de debate acorde a la situación.
Dematteis se alarma ante cada hecho de violencia que ve en nuestros jóvenes, toma un trago de su cafecito y afirma “… eso que aparece cada tanto, esas peleas donde dos se agarran a trompadas y el resto mira o saca sus celulares para filmarlos sin hacer nada para detenerlos. No hay nadie que en esos momentos los ayude a pensar, a frenarlos y preguntarles que les pasa para terminar agrediéndose y el gran ingrediente es el alcohol”.
Toma otro sorbo y continúa: “Pero lo que me pregunto siempre es porque le ponemos a los jóvenes esa presión por resolver los temas y los adultos que lugar ocupamos. Digo no dejan de ser adolescentes con sus inexperiencias y necesidades de vivir la vida. Pero también son el reflejo de lo que nosotros como adultos somos. Si hay violencia entre los jóvenes la aprendieron de nosotros los adultos, digo no nacieron de un repollo”.
Es en ese momento donde alguien lo interrumpe y le comenta sobre un hecho de violencia sufrido por una mujer a lo que tras el horror Roberto reflexiona: “Incluso alcanzamos un grado de violencia social, donde ya los detonantes son otros, como no soportar a una persona o el hecho de tenerlos como vecinos, entonces los agredo. No importa las razones, incluso si las hubiese existen lugares para denunciarlo y tratarlo. Estamos cayendo en un ajusticiamiento por mano propia. Estamos perdiendo los lazos que nos unen como sociedad y eso cuesta más que recuperarse económicamente como país”.

EL ROL QUE DEBEMOS REPENSAR PARA LOS MEDIOS
Ese misma tarde, ya avanzada la hora, Dematteis se alegra por dos notas que trae una de las cronistas de nuestro medio y es que a veces es difícil conseguir material con el cual completar las páginas. Mientras corrige uno de los artículos, Roberto lleva la conversación hacia el rol que debemos desempeñar los medios en estos tiempos turbulentos, donde solo prima la inmediatez.
Con una capacidad como pocos que mantiene en el tiempo, Roberto lee un artículo de un tema para corregirlo mientras que analiza otras cuestiones. Quienes lo acompañamos en redacción sabemos que hay que estar atentos a esos momentos, es cuando salen ideas profundas para debatir. Ese 23 de diciembre la reflexión se orientó a los medios.
“…La necesidad de alertar sobre los problemas que nos atañen como sociedad, no lo estamos haciendo bien, me parece. Estamos muy en la coyuntura, en lo inmediato. Nos preocupa que está pasando ahora, que salga el último choque del día. Hay una desesperación por decir lo que pasa, pero no va más allá de eso. Déjalo al choque si no llegaste a levantarlo para publicar en el día, dediquémonos a profundizar en los temas”, afirma.
Para continuar con una clara sentencia: “…Uno abre cualquier medio y solo encuentra noticias negativas o tragedias y yo me pregunto, no hay nada bueno para contar. ¿No tenemos nada diferente para decir? ¿Es preferible informar un suicidio, o un nacimiento de gemelos? Para quien estamos escribiendo y que escribimos”.

UN MAESTRO CON MUCHAS CLASES POR DAR
Estas reflexiones no son azarosas, a Roberto le pesa el hecho que la pandemia interrumpiera aquella sección del diario dedicada a las buenas noticias, donde todos los días se dirigían hasta el hospital para informarse sobre los nacimientos y entrevistaba a los flamantes padres. Ese Roberto que lucha cada día por hacer versos sus ideas, es el mismo que sigue preocupándose en cada tarde por obtener la mejor calidad de información en la edición del diario. Es el mismo que se alegra y festeja cada nota o trabajo que contribuya a cerrar la edición del día y se interioriza y organiza cada contenido del mismo. Por todo esto, querido lector, para toda la familia de “La Voz”, Roberto Dematteis es el personaje del año y de nuestra historia también.

Comentarios
Compartir en: