Palabras para un padre siempre presente…
Ayer se cumplieron 36 años de su ausencia física, aunque cada día se agiganta su vida de trabajo, honestidad y nostalgia disimulada… Había llegado desde la lejana Italia, cuando no tenía 10 años. Enseguida supo que no volvería, porque estaba lejos… y porque había encontrado su lugar aquí.
En pocos años supo hacer todo lo que la gente de aquí sabía de memoria. Madrugar para hacer el tambo; atar los caballos para el arado; hacer la parva de pasto, allá en lo alto…, pasaron a ser hechos de cada día. Se hizo tiempo para formar una familia y para aconsejar desde el ejemplo diario.
El viejo -querido viejo diría Piero-, nunca se tomó vacaciones. Nosotros seguimos su costumbre, como forma de homenaje, sin darnos cuesta.
-Imaginamos que dispone del gran patio del cielo y desde allí, como siempre, ayuda a sus seres queridos… Hoy sentimos la necesidad de expresar orgullo por haberlo tenido y no terminar de despedirlo…