PARROQUIA SAN MARTÍN DE PORRES

Caminos de Dios…
-Por Pbro. Gustavo E. Sosa

Domingo V Ordinario C: Lucas 6, 20-26 -13 de Febrero de 2022. Las lecturas de este domingo iluminan, con particular intensidad, hondas preocupaciones que dan vueltas en nuestro interior. Nos agitan en el presente y no encontramos respuestas satisfactorias de cara al futuro:
-La primera de estas preocupaciones tiene que ver con la profunda incertidumbre en que vivimos. La pandemia COVID-19 nos ha obligado a reconocer nuestra enorme fragilidad. Hemos visto enfermar y morir a muchas personas cercanas a nosotros. La crisis económica ha agudizado las brechas sociales y la clase media ha retrocedido dramáticamente. Suenan trompetas de guerra en el escenario internacional. Ante estas realidades que nos angustian, nos preguntamos: ¿Cómo salir de esta aterradora incertidumbre? ¿En qué o en quiénes podemos apoyarnos?
-La segunda de estas preocupaciones se relaciona con la búsqueda incesante de la realización personal y la pregunta por la felicidad. Por muchos canales nos llegan anuncios de conferencias, cursos y métodos para sentirnos realizados y alcanzar la felicidad. Los llamados influencers ganan muchos millones ofreciendo modelos de felicidad que una sociedad profundamente materialista consume con avidez.
La experiencia cotidiana nos recuerda que la única certeza que tenemos es vivir en medio de la incertidumbre. Esto lo sentimos en todos los aspectos de nuestra vida: salud, estabilidad económica, convivencia social y relaciones internacionales. Cuando terminamos de ver las noticias por TV, nos sentimos agobiados.
Navegamos en medio de la incertidumbre. Ante la fragilidad de todas las estructuras, ¿existirá algo o alguien que nos ofrezca estabilidad y seguridad? Muchas personas buscan la estabilidad y la seguridad en el dinero y en el reconocimiento social. Pero estas dos columnas son terriblemente débiles. De un día para otro se desploman los precios de las acciones, se dispara el precio del dólar y sube dramáticamente el precio de los productos básicos. La economía parece una montaña rusa con sus bruscos ascensos y caídas. La misma inestabilidad la vemos en la aceptación social. Esto lo podemos corroborar viendo los índices de aprobación/desaprobación de los equipos deportivos, directores técnicos y políticos. Un día están en el clímax de la gloria y poco después se desploman y son abucheados.
Teniendo en cuenta esta enorme incertidumbre y la fragilidad de las aparentes seguridades de este mundo material, el profeta Jeremías nos invita a mirar en otra dirección: “Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del verano, su follaje siempre está verde”. Dios permanece fiel a su alianza, Su amor y su misericordia son inamovibles. Es Padre amoroso que siempre está dispuesto a acogernos, como lo describe hermosamente la parábola del hijo pródigo.
Avancemos en nuestra meditación. En el Sermón de las Bienaventuranzas, el Señor aborda este tema que tiene la mayor importancia para los seres humanos: ¿Cómo alcanzar la felicidad?
Las redes sociales nos someten a un bombardeo continuo sobre las vidas de los ricos y famosos: sus extravagancias y escándalos, fiestas, compras y divorcios. Infortunadamente, estos personajes se convierten en referentes y modelos de identificación para millones de seguidores, que sueñan con apropiarse de la propuesta de felicidad que encarnan. Los jóvenes son particularmente sensibles a estos mensajes.
Todo esto que nos llega a través de las redes sociales es como un inmenso baile de disfraces, que oculta una realidad muy diferente: soledad, alcoholismo, drogadicción, infidelidades. Hay mucha infelicidad.
Surge, entonces, una propuesta que rompe todos los esquemas, condensada en el Sermón de las Bienaventuranzas: Bienaventurados los pobres, los que ahora lloran, los que son perseguidos… Se trata de una propuesta en total oposición con lo que se considera política y socialmente correcto. Es un camino diferente para alcanzar la felicidad. Es un proyecto de vida que tiene como eje los valores profundos del ser y del servicio, y que utiliza los bienes materiales tanto cuanto se necesiten para llevar una vida digna.
Que estos textos bíblicos de este domingo nos inspiren para seguir profundizando en la búsqueda incesante de referentes en medio de la incertidumbre en que vivimos, y nos ayuden a buscar la felicidad a través de los valores sólidos y no en el modelo líquido que nos ofrece la sociedad de consumo.

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