-Por Gonzalo Ciparelli

Inconscientemente, cada ser humano entiende y sabe que la vida siempre tiende a estar entre dos situaciones constantemente. Podríamos quizás mencionar que existe una pulsión de vida y una pulsión de muerte y que estas van a depender de situaciones vividas principalmente en la infancia, en donde sin saberlo conscientemente, adquirimos lo bueno y no tan bueno, que en ocasiones, nos condiciona y nos genera angustia, miedos, traumas. Esto es un poco también hablar del interior y exterior de cada uno, si se tiene el valor de exteriorizar lo que interiormente uno es, o en otras palabras, si a uno le pesa más la verdad que la mentira o viceversa.
El amor, el perdón, el odio y la humillación. Los dos primeros, actos y sentimientos siempre van a brindar bienestar y quizás no tanto a corto plazo, pero si a largo plazo, que es lo que realmente importa. El amor es el único sentimiento que va más allá de los sentidos, éste fortalece y enseña, mientras que el odio afecta y angustia solamente a la persona que lo sufre. También incluyo a la humillación como antónimo de amor ya que es un acto que realiza quien busca la debilidad de la otra persona para aprovecharse de ella, pero, sabiendo que también es debí ella misma, ya que no soporta la felicidad de la otra parte.

La voluntad y constancia, son necesarios y primordiales para el logro de un deseo que se persigue. Se debe tener en cuenta el tiempo pero solo para entender que todo deseo lleva el suyo hasta que se logra, y que en ocasiones, éste se extiende más de lo pensado y hay que aprender que esto no debe ser motivo de resignación, miedo o duda, por lo tanto, el deseo no se debe medir completamente por el tiempo en sí, sino por la calidad y lo que genera imaginarlo logrado, para seguir.
Entre armonía y caos existe el equilibrio mental que todo ser humano debe lograr para generarse bienestar. Es cierto que todo en demasía es insano por lo tanto vivir en completa armonía significaría no permitirse un desequilibrio necesario para aprender y sanar algo a tiempo, mientras que vivir en constante caos traería tanto desequilibrio, que enfermaríamos.
La vida y la muerte son antónimos claramente, donde una indica nacimiento y la otra deceso, y lo que las separa una de otra es que cada uno es consciente y tiene la posibilidad de optar por sus deseos y luchar por ellos. El nacimiento no podemos manejarlo, el ser humano no tiene la posibilidad de elegir nacer o no, mientras que la muerte tampoco es elección, ya que cuando ocurre dejamos de ser conscientes. Solamente podemos proponernos llevar a cabo todos estos conceptos y trabajarlos, y lograr que las pulsiones de vida sean mayores que las de muerte, ya que si no logramos esto, lo más probable es que cuando sea tarde, solo nos quede arrepentirnos por no habérnosla jugado por lo que sentíamos y no tuvimos el valor y coraje de hacer.

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