El Espejismo de los Principios: Doble Cara del Gobierno Municipal

«Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros.» Esta frase de Groucho Marx parece haber sido escrita especialmente para describir el gobierno municipal de Sergio Barenghi. En tiempos turbulentos, donde la política local se transforma en un espectáculo de malabares ideológicos, el lema de Marx nunca ha sido más aplicable.
Su espacio político ha demostrado, desde tiempos de campaña hasta estos tiempos de gobierno, una ambivalencia sorprendente entre sus enunciados políticos y sus posteriores acciones. La definición de ambivalencia según el diccionario es: “Estado de ánimo, transitorio o permanente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos”. Llevado a la práctica local sería algo así como: “Hago campaña diciendo una cosa y cuando me toca hago otra”. Tengo unos principios, pero también otros.
Un referente con una marcada trayectoria pendular, abrazando -desde en un comienzo en el Frente para la Victoria de Néstor y Cristina- los valores de la Justicia Social, la soberanía Política y la independencia económica -el Estado de Bienestar en su máxima expresión-. Apenas unos años después cambio de bando para representar a su antítesis: candidatura en el espacio Unión PRO de Mauricio Macri y Francisco De Narváez, donde el liberalismo económico, la promoción de la reducción de la intervención Estatal y del gasto fiscal eran y siguen siendo sus estandartes; luego, un fugaz paso por las filas del Frente Renovador para, finalmente, volver a los brazos más ventajosos del kirchnerismo.
Aunque estas características de versatilidad partidaria podrían imputárseles a otros miembros del gobierno actual que hicieron campaña para un equipo, pero apenas advirtieron que sus convicciones no les serían útiles, prefirieron cambiarlas rápidamente por otras para seguir jugando para el Gobierno, para seguir siendo oficialistas. Tal es el conocido caso de Alexis Camus. Y aunque estas cualidades podrían calzarles a otros/as dirigentes locales, vamos a dejar esas destrezas para otra ocasión.
La ironía es particularmente aguda cuando observamos la actitud de Barenghi y su equipo durante las últimas campañas. Mientras el lema del gobierno municipal se llenaba de promesas, su participación en las campañas nacionales y provinciales fue, digamos, notablemente discreta. Rara vez se oyeron en el mismo aliento los nombres de Massa, Kicillof y Barenghi.
Y mientras tanto, su hijo Juan Manuel Barenghi, tras perder la candidatura a Intendente por LLA, se dedicó con entusiasmo a repartir boletas cortadas junto a las de Javier Milei, formando el grupo “Liberales con Barenghi”, un oxímoron que desafía la lógica. Según sus propias palabras: “Nosotros impulsamos y apoyamos la candidatura de Sergio (Barenghi) pero fuimos neutrales en la elección nacional”. Una lealtad flexible, sin duda, que tiene su propia definición en la política.
Pues analicemos un hecho bien concreto: Desde UXP a nivel nacional protesta enérgicamente, incluso con marchas, que a todos los trabajadores debe garantizársele un salario justo. Pero ¿Qué ocurre en Bragado? Todos los argentinos aún enfrentamos los coletazos del enorme fracaso económico heredado del superministro de Economía Massa, que dejó una inflación anual del 211% y un dólar que trepó de $185 a $847 en tan solo un año, entre tantas calamidades. En Bragado, actualmente, los trabajadores municipales deben soportar que el intendente y su hijo prefieran la especulación financiera en lugar de convocar a los sindicatos municipales para recomponer urgentemente su poder adquisitivo.
Según el Balance de Sumas y Saldos Trimestral al 30 de junio de 2.024 (algo así como el extracto bancario de las cuentas municipales) enviado por el propio ejecutivo al Honorable Concejo Deliberante, el Municipio tenía depositados a esa fecha -entre Plazos Fijos y Fondos Comunes de Inversión- la exorbitante suma de 2.200 millones de pesos. Si, el equivalente a la masa salarial de 4 meses juntos ($600 millones de pesos mensuales aproximadamente). Datos.
Para abonar aún más las inconsistencias, también recuerdo a la mayoría de los concejales del mismo espacio político que el intendente, cuando eran oposición, escandalizarse cuando el superávit financiero de otros tiempos no se trasladaba automáticamente a los trabajadores (sobre todo los de la Salud), cuando algún punto de la inflación que Alberto Fernández generaba torpemente no era acompañado por acuerdos paritarios justos o no se liquidaba algún bono extraordinario a su favor.
Sobre la diferencia resultante entre lo otorgado en acuerdos paritarios y los 211 puntos de inflación del año 2024 más la actual de 79.8 puntos, los trabajadores municipales han perdido recientemente alrededor de 120 puntos porcentuales contra la inflación, es decir, que estarían cobrando la mitad del sueldo que les correspondería. ¿Justicia social o ajuste? Solo sobre lo ocurrido este año podría decirse que las tasas subieron por ascensor y los salarios por escalera. 130% vs 50%.
¿No hay plata? Si, hay y no se llama “ahorro” como dice el Secretario de Hacienda, se llama ajuste. ¿Acaso “ahorran” para las próximas elecciones?
El gobierno municipal entre shock y gradualismo eligió el “shock”. Superávit por encima de todas las necesidades que vehemente decían que tenía la ciudadanía. Si esas urgencias impostergables eran tan reales, ¿por qué aún no se han resuelto tras haber transcurrido ocho meses de gestión?
Ya, pasado todo ese tiempo gestión, también podrían analizarse los postulados de campaña en donde se hablaba de “Desarrollo Industrial” como su gran slogan y vemos en este Balance que apenas se invirtieron $49 mil pesos, aunque se percibieron casi $7 millones de pesos por venta de terrenos en el Parque Industrial, suma que parece bastante escasa para desarrollarlo y menos, claramente, para desarrollar economía productiva local cumpliendo con ese tan mentado lema. Tampoco los $76.000 invertidos en el Complejo Municipal parecen ser siquiera un adelanto para desarrollar el deporte bragadense como pregonaron con insistencia en otros tiempos.
Para quienes gustan dimensionar que se puede hacer con $2.200 millones se puede decir que son u$s2.500.000 a valor oficial, unas 70 viviendas sociales terminadas (tantas veces reclamadas por el kirchnerismo local e incluso prometidas en la última campaña) o 50 cuadras de asfalto. También para equipar y refaccionar todo el Hospital y Salas, probablemente de punta a punto, para poder atender sin reparos a todos los bragadenses que necesiten o quieran atenderse en el sistema público y no tengan que ser rechazados y enviados a otras ciudades.
Ni hablar tampoco de los 150 millones de pesos del Fondo Educativo “guardados en el Banco”, como se diría vulgarmente. ¿Acaso la Educación y/o infraestructura escolar no formaban parte de las prioridades?
Poco deberían sorprendernos algunas cifras si, recordemos, que el Presupuesto 2024 fue enviado al HCD prácticamente copiando al anterior, incluso, dejando entre sus proyectos obras ya realizadas o, al revés, anunciadas por los medios, pero no volcadas al mismo.
Continuando con los principios oportunistas, el «nepotismo» como bandera. Tan vilipendiado en tiempos de estar parados en la vereda opositora, para una vez en el poder, adoptarlo y darle un giro en el aire para usarlo sin vergüenza.
Decir que “Es un acuerdo político y no se trata de un pacto padre-hijo”, como lo diría el propio hijo nombrado, no esconde la realidad de los hechos. ¿Antes era un sacrilegio, pero hoy ya no lo es? Parece que no, porque los nombramientos continuaron y continúan.
Esta mutación de valores no solo refleja incoherencia política, sino también una cuestión de confianza y legitimidad. La transparencia y coherencia son esenciales para mantener la fe de la ciudadanía en las instituciones democráticas.
Principios descartables: la urgencia de nombrar al Juez de Faltas por concurso y de manera transparente, tan reclamada por la Dra. Villavicencio, hoy parece no ser tal. Las cuestiones de género, otrora tan reivindicadas por actuales funcionarias y funcionarios municipales, hoy, a la luz de tantos hechos tan conocidos y contemporáneos en los que tienen a sus propios protagonistas de altas jerarquías, parecen no tener espacio en sus agendas de gestión. Los asuntos de persecución a trabajadores municipales también parecen temas antes alarmantes y hoy desconocidos. La transparencia y la libertad de expresión, entre otros tantos más, también parecen tener su elasticidad.
El gobierno de Sergio Barenghi ha demostrado ser un ejemplo paradigmático del espejismo político. Los principios se adaptan convenientemente a las circunstancias y las promesas quedan a merced de la flexibilidad política. La incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace subraya una profunda crisis de credibilidad y confianza que demanda una reflexión crítica sobre la dirección futura del gobierno municipal.

                                   Mauricio Tomasino                                                                 Concejal
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