Publicación pedida: Un discípulo de los pioneros de la apicultura en Montelén: Jorge Báez, un amigo y maestro

En esta breve reseña quiero homenajear a mi amigo y maestro en apicultura Jorge Báez. Su andar tranquilo, su poder de observación y su experiencia en el colmenar le permitieron tener un amplio bagaje de conocimiento en el quehacer diario de las abejas. Conocimiento que generosamente transmitió a quien se acercara a él con la avidez de aprender el oficio. Su disposición a generar intercambios, sacar conclusiones, brindar consejos en amenas charlas permitían ver la humildad de una gran persona. María, su esposa, compañera y apoyo en el ámbito familiar y del trabajo, estuvo siempre atenta a sus inquietudes.
Jorge Báez siempre recordaba su trabajo como apicultor en la estancia “Montelén”, de Máximo Fernández.

-Fotos publicadas en “La Gaceta del Colmenar” (N °77, Año VII de agosto de 1945), muestran el criadero de reinas y uno de los cinco colmenares con que contaba la estancia. En esta foto puede apreciarse el importante número y la correcta distribución de las colmenas, rodeadas de montes de eucaliptos.

Fue Don Francisco Suárez Zabala (el inventor de Geniol) quien en 1942 comprara la Estancia a la que llama “Montelén”. Con su espíritu emprendedor inicia varias actividades como la instalación de uno de los viveros más importantes del país y la realización de actividades de apicultura y exportación de miel a Alemania. Este colmenar inició sus actividades en el año 1942 con una cantidad inferior a 100 colmenas. Los primeros trabajos se realizaron en forma rudimentaria ya que no se contaba con mano de obra especializada.

“La Gaceta del Colmenar”, ya mencionada, publica un reportaje al Señor Francisco Suárez Zabala (año 1945) en el que expresa importantes conceptos, tales como:
-“Nuestra generosa industria apícola se abre camino y promete alcanzar gran importancia económica, ella despierta interés en la plaza de Estados Unidos, mercado que se destaca por su fuerte demanda”.
“No dudamos, que nuestro país, dentro de poco, será el gran abastecedor de miel del mundo. Para llegar a tal conquista, es menester que nuestros estancieros comprendan, una vez por todas, que no deben descuidar la explotación apícola; pues ellos, en primer término, son los que deben vigorizar tan noble explotación, ya que hasta en los rincones de sus campos generalmente cubiertos por cardales- pueden instalar apiarios industriales y obtener una nueva y valiosa fuente de riqueza”.
Comenta el autor de la nota que el Señor Suárez, como buen enamorado de la naturaleza instaló unas colmenitas y fueron ellas quienes le marcaron el rumbo. Sus rendimientos fueron sorprendentes, extraordinarios. Demostraron que en ese lugar existía un manantial inagotable de néctar y polen: montes de eucaliptos, frutales, trebolares, cardales, forman allí un conjunto paradisíaco para las incansables visitadoras de las flores. Convencido por las abejas buscó la colaboración de un experto en la materia, Don Aristóbulo L. Rogora, hombre joven, culto, inteligente activo conocedor a fondo del mundo de las abejas.
La estancia también contaba con aserradero propio donde se preparaba la madera de árboles del parque del establecimiento, con las que se fabricaban las colmenas.
La reflexión con la que finaliza esta nota de “La Gaceta del Colmenar”, mantiene vigencia en la actualidad: “¡Cuántos estancieros-apicultores, como el Señor Francisco Suárez, necesita el país! Su ejemplo debe ser imitado para que la apicultura se abra camino y proporcione un importante aporte a la riqueza nacional.”
-Es en este ámbito donde Jorge Báez estableció su vínculo con las abejas, aprendió a conocer sus costumbres, sus necesidades, sus lecciones de vida lo que lo llevó a amar y vivir de la apicultura.
Desde mi humilde lugar como apicultor vaya mi agradecimiento a Jorge por sus enseñanzas y consejos siempre tan acertados.

José Manuel Andino
DNI. 4698597

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