La frase de hoy: “Al final se sabe que la Vuelta de Obligado, fue una batalla perdida…”.

La celebración del Día de la Soberanía, se debe a la decisión de tropas argentinas de impedir el paso por el Paraná rumbo a las provincias del Litoral, de las embarcaciones extranjeras. Todo el operativo del 20 de noviembre de 1845, estuvo a cargo de Lucio Mansilla, con la supervisión de Juan Manuel de Rosas, quien era presidente de la Confederación Argentina.

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En una parte angosta del cauce del río, se colocaron viejas barcazas unidas por gruesas cadenas que fue un obstáculo inesperado para los “invasores”. La historia ha elaborado una épica de heroísmo que costó no menos 600 vidas a soldados argentinos. La superioridad de las fuerzas extranjeras era enorme. Ellos perdieron entre 100 y 200 hombres y la lucha se extendió por largas horas.

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La realidad es que las naves foráneas lograron pasar… Es decir, la batalla se perdió. Cuando llegaron a Corrientes fueron bien recibidos y pudieron vender muchos de los productos que transportaban. En la resistencia opuesta había intereses de Rosas y los porteños que cobraban el derecho de paso por el puerto de Buenos Aires. Cada uno hacía un relato a su conveniencia…

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En realidad, aquí la verdad tuvo un buen momento, de heroica defensa, aunque faltó contar el final… Se fue aclarando con el paso del tiempo.

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El día 25 de este mes se cumplirá un año de la partida del ídolo mayor del fútbol. Tenía 60 años y el alejamiento de su contacto con una pelota, aceleró el final. En estos días apareció un libro que, escrito por Nelson Castro, se titula “La salud de Maradona”. Allí hay testimonios que duelen mucho más, porque ya no hay modo de remediar nada, ni su soledad, ni sus dolores y penas…

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El Maradona del final parecía tener 80 años. El libro contiene revelaciones de su contacto con las drogas que empezó temprano, según parece, antes de irse a jugar en el exterior. Hizo mucha plata, remontando las precariedades de su niñez y adolescencia en Villa Fiorito. Toda la plata del mundo, no pudo darle la felicidad que merecía. La ilusión de sus millones de admiradores, es que ahora esté realmente disfrutando de un poco de paz.

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La vida de Diego ha sido como una película. Con talento y muy poco, llegó lejos y tuvo mucho. Su vida estaba ligada al fútbol y desde allí repartió alegrías. Empezó a envejecer cuando debió dejar las canchas y su relación con las adicciones le fue quitando las ganas de vivir.

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¿Se acuerdan de la Noche del 10?. Fue un programa de televisión que mostró a Diego con frac y alegría, rodeado de visitantes y con todas las luces. Lástima que ese personaje no pudo convertirse en realidad perdurable…

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