Qué dice la calle… Miércoles 01 de Febrero
La frase de hoy: “En los años 40 se trataba al bandoneón como si fuera un hermano”.
Hoy como recuerdo al bandoneón de antes, publicamos uno de los temas de Homero Manzi, poeta de Buenos Aires aunque hubiera nacido en Añatuya, Santiago del Estero. El sentimiento no tiene fronteras.
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Bragado ha tenido músicos importantes. Desde Adolfo Francia, bandoneón de Rodolfo Biaggi, a Juan Berzoni, creador de Tangolín y presente en el recuerdo de cada día- No olvidamos a Gabriel “Tito” Cuellas que anduvo por países amigos, haciendo conocer el ABC de nuestra música.
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El bandoneón sigue estando en la interpretación de otros ritmos con los cuales se ha ido identificando por aquello del contagioso sentido de pertenencia.
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La Calle cree que es justo recordar aquí a Aníbal “Pichuco” TROILO, llamado con razón “el mayor bandoneón de Buenos Aires”. Nacido el 21 de junio de 1914, se quedó para siempre en su querida ciudad, aportando sonidos al corazón. Como señal se publica en texto de un tema escrito por Homero Manzi. “Che bandoneón tiene todos los ingredientes para imaginar todo el paisaje una novela porteña.
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“Pichuco” respondió a quienes decían que se había olvidado del barrio. ”como me voy a ir su siempre estoy volviendo”, dijo en una expresión que es aplicable a muchos que se han ido sin irse…Troilo murió el día 18 de mayo de 1975, a los 60 años de edad, por supuesto en Buenos Aires.
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El maestro Ernesto Baffa, visitante de Bragado, supo tocar aquí por su amistad con “Paqueco” Nese. Otro músico importante llegado a estos puertos tangueros, fue Walter Ríos, acompañante de Jesús Hidalgo, en los inicios de sus sueños de distancia y humidad.
Che bandoneón!
El duende de tu son, che bandoneón,
se apiada del dolor de los demás,
y al estrujar tu fueye dormilón
se arrima al corazón que sufre más.
Estercita y Mimí como Ninón,
dejando sus destinos de percal
vistieron al final mortajas de rayón,
al eco funeral de tu canción.
Bandoneón,
hoy es noche de fandango
y puedo confesarte la verdad,
copa a copa, pena a pena, tango a tango,
embalado en la locura
del alcohol y la amargura.
Bandoneón,
para qué nombrarla tanto,
no ves que está de olvido el corazón
y ella vuelve noche a noche como un canto
en las gotas de tu llanto,
¡che bandoneón!
Tu canto es el amor que no se dio
y el cielo que soñamos una vez,
y el fraternal amigo que se hundió
cinchando en la tormenta de un querer.
Y esas ganas tremendas de llorar
que a veces nos inundan sin razón,
y el trago de licor que obliga a recordar
si el alma está en «orsai», che bandoneó
(Tema de Homero Manzi)