Qué dice la calle… Sábado 15 de Abril

La frase de hoy: “En las ciudades hay cien historias que merecen tener su desarrollo actualizado”.

Hay muchas veces que, por el tiempo transcurrido, los personajes han ido cambiando en sus existencias. Hecha esta necesaria aclaración, vayamos al grano…
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Carmencita , últimas noticias. Recuerdan que había tenido una vida llena de dificultades que con enorme voluntad había ido superando. Las últimas noticias dicen que su hija menor tiene 14 años, ella sigue trabajando un montón, a lo largo de todo el día.
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Ella está haciendo esfuerzos para hacerle la fiesta de cumpleaños, pero la chica lo rechaza. Es que sabe lo que vale el cariño y la voluntad de mamá. Ese es el mejor regalo… Carmen sigue viviendo en el mismo barrio, donde todos la conocen respetan.
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Le decían “Perejil aunque su apellido era Linzuaín. Había llegado del campo y encontró refugio para la lluvia y el viento, debajo de unas chapas en lo que había sido un gigantesco galpón, ubicado en calle Suárez al 300.
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Su vocación había sido la de ser rematador. Y jugaba a serlo, rematando cualquier cosa que hubiera en un lugar, incluyendo personas… Por suerte, después rompía los papeles…Demoró su llegada al hogar San Luis, donde pasó los mejores años de su vida: abrigado, alimentado y con todas sus pertenencias guardadas en una pequeña caja…
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Hace pocos días contamos una historia que nos hizo recordar a Perejil… Se llama Quimei tiene varios oficios y no se explica porque viven tan mal… Se ha refugiado en el polideportivo en construcción, debajo de unas chapas. Es de realidad actual, ¿nadie podrá darle una mano?
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La historia comenzó en una habitación, se estaba haciendo el velatorio de un vecino. Para reducir el frío que era mucho se había colocado un gigantesco brasero a carbón. Allí se conocieron, cada uno surgido en una pena distinta.
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Carlitos y José eran chicos y lloraban por separado. El primero, sabiendo, que su papá estaba preso por haber matado al vecino; el otro comprobando que el velatorio era de su papá…
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Pasó un poco de tiempo y ambos volvieron a encontrarse. Fue un hogar de la calle Pellegrini al 1600 y allí se fueron haciendo amigos. Los chicos juegan a la vida que tienen; no son capaces de guardar rencores.
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Cada uno creció a su modo y fueron a las escuelas, tratando que el estudio los fuera alejando del barrio, de la tristeza donde habían pasado penurias por las necesidades. A uno le fue mejor; el otro terminó en el oficio de albañil de su papá- Por allí andan los dos, con años a cuesta y con recuerdos que parecen ser de otros…

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