Quién fue Firpo, el “Toro” juninense que se convirtió en monumento del boxeo mundial
-Su enfrentamiento ante Jack Dempsey, en los Estados Unidos en 1923, fue considerada la pelea del siglo y cambió para siempre la historia de esa disciplina en nuestro país
Se llamaba Luis Ángel Firpo, pero fue reconocido mundialmente como el Toro de las Pampas. En 1923 protagonizó la denominada “pelea del siglo” ante Jack Dempsey, “el Matador de Manassa”, en el Polo Grounds de Nueva York, frente a 80.000 espectadores. Con un masazo diestro sacó a su contrincante del ring, y aunque injustamente no ganó la pelea, ese instante quedó inmortalizado en la historia de la disciplina y trascendió como inspiración artística y literaria.
Se lo conoce como el padre del boxeo profesional argentino, pero su reconocimiento ha ido mucho más allá de ese deporte. Su impronta dio vueltas al mundo y hasta un club de fútbol salvadoreño de la primera división lleva su nombre y un toro en el escudo. En nuestro país, el 14 de septiembre se conmemora el día del boxeador, en coincidencia con la fecha de la pelea ante Dempsey.
Firpo nació en Junín, provincia de Buenos Aires, en octubre de 1894. Fue el segundo de cuatro hermanos. Su madre murió cuando era muy pequeño y a los 12 años se mudó con su padre al barrio de Boedo, en la Capital Federal. No obstante, mantuvo siempre un gran vínculo con su tierra natal en el norte bonaerense, donde una calle tiene su nombre.
Sus cualidades como boxeador fueron descubiertas a partir de un intento de asalto. En su juventud, Firpo trabajaba como cobrador en una fábrica de ladrillos refractarios. En una oportunidad tres hombres intentaron robarle el dinero recaudado cuando caminaba por la calle. Cuenta la historia que casi sin mediar palabra, el Toro de casi 1,90 metros dejó knockout a dos de ellos, mientras que el tercero salió corriendo.
Tras enterarse del episodio, el dueño de la fábrica de ladrillos, Félix Bunge, lo ayudó económicamente para que pudiera iniciarse como boxeador profesional, una carrera que terminó con 31 victorias y 4 derrotas, con 26 knockouts, habiendo derrotado a figuras destacadas del deporte como Harry Wills y Bill Brennan, y al ex campeón de peso pesado Jess Willard, solo dos meses antes de enfrentarse a Dempsey.
La pelea del siglo
El Toro de las Pampas, como lo apodó el periodista Damon Runyon, tenía 28 años la noche del 14 de septiembre de 1923, cuando enfrentó al campeón de todos los pesos por el título mundial.
Millones de personas alrededor de todo el mundo estaban pendientes de aquel enfrentamiento, que llegó a través de la radio en una de las primeras transmisiones en vivo para una pelea por el título. Cuenta el historiador Felipe Pigna, que hubo un Luna Park repleto, donde se colocaron grandes parlantes para palpitar en directo aquella hazaña de Firpo.
El Toro fue derribado siete veces por Dempsey en el primer round, pero sobre el final sacó un derechazo demoledor que mandó al campeón fuera del ring y dejó atónito al estadio entero. Parecía que estaba todo dicho, pero no. El árbitro, Jack Gallagher, demoró el conteo para darle tiempo a Dempsey de recuperarse. Hay incluso quienes aseguraron que un periodista le clavó una pluma en el glúteo para hacerlo reaccionar. La pelea finalizó cuando Firpo cayó por knockout tras dos zurdazos.
Pero poco importó ese resultado. La épica de ese instante con Dempsey fuera del cuadrilátero fue inmortalizada y quedó para siempre grabado en la memoria de los aficionados. Congelando ese momento, el artista George Wesley Bellows pintó en 1924 el cuadro llamado Dempsey and Firpo, que se expone en el Museo Whitney de Arte Americano de Nueva York.
Y en referencia a esa pintura, la icónica serie animada Los Simpsons rindió homenaje a aquella hazaña en el capítulo 3 de la temporada ocho titulado Homero por el título. La literatura también hizo lo propio: el escritor argentino Martín Kohan escribió en 2005 la novela Segundos afuera, título que hace referencia al tiempo regalado por el árbitro en el conteo a Dempsey fuera del cuadrilátero.
El 17 de abril de 1952 se estrenó en la Argentina el film en blanco y negro Nace un campeón, que tuvo como protagonista al propio Luis Ángel Firpo, quien evoca su propia trayectoria como boxeador. Mientras que la película La caída de un ídolo, dirigida por Mark Robson y protagonizada por Humphrey Bogart, está basada en aquella contienda y relata la corrupción en el boxeo.
“Si en Los Angeles perdió, a nadie le importó. Será siempre para el barrio el gran campeón”, canta la banda de indie rock Bestia Bebé en uno de sus clásicos más pogueados llamado El luchador de Boedo, compuesta en su homenaje.
Capítulo aparte merece la amistad y admiración mutua entre Firpo y Carlos Gardel. El periodista juninense Ismael Canaparo cuenta que el zorzal criollo brindó tres conciertos en el salón “Víctor Hugo” de Junín en 1921. La inolvidable noche del 2 de junio de ese año, el “Toro salvaje de las pampas” estuvo allí junto a un grupo de amigos y no se perdió detalle de aquel show. Mientras que el cantor dio cuenta de su presencia y le dedicó una de las interpretaciones.
Firpo se retiró en 1936, pero nunca dejó de ser promotor del boxeo, deporte que enalteció y que gracias a su contribución se convirtió en profesional. Como había ganado mucho dinero, compró varias estancias y campos en la provincia de Buenos Aires y se dedicó a la actividad agrícola ganadera, hasta que el domingo 7 de agosto de 1960, a los 65 años, murió como consecuencia de un infarto.
En 1980 recibió el Premio Konex post mortem como uno de los cinco mejores boxeadores de la historia. El año pasado, cuando se cumplieron 100 años de la pelea del siglo, se anunció la inclusión de Luis Ángel Firpo al Salón de la Fama Internacional del Boxeo en Canastota como en la categoría de “Viejas Glorias”.
Sus restos descansan en el Cementerio de La Recoleta, a donde todos los años se acercan miles de turistas y fanáticos del boxeo de todo el mundo para rendirle homenaje. (DIB) MCH