Por Marcelo Elias y Gero Lampon

Finalmente, el presidente en desejercicio, nos ha comunicado el ingreso de nuestro país al conglomerado de países denominados Brics.
No llegamos solos a este club variopinto liderado por dos potencias, no emergentes, China y Rusia, con regímenes alejados de la democracia.
Nos acompañan en esta fiesta de ingresos La Republica Árabe de Egipto, La Republicas Democrática Federal de Etiopia, La República Islámica de Irán, El Reino de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos y están en lista de espera Nicaragua, Venezuela y Cuba.
El presidente nos dice que nos conviene porque estos países nos apoyan en la causa Malvinas y representan el 30% de nuestras exportaciones.
Lo de Malvinas es independiente de esta asociación y el 30% de nuestras exportaciones se dan sin necesidad de ser parte.
Vale señalar que tanto con China como con Brasil las balanzas comerciales son deficitarias, con Rusia el intercambio es casi inexistente y solo con India tenemos saldo a favor.

Nada explica el presidente de las connotaciones geopolíticas de esta decisión, que por su envergadura debería sostenerse en un acuerdo multipartidario.
No es lo mismo comerciar con países de distintas ideologías, culturas y religiones que integrarse a un bloque que plantea un nivel de confrontación con otras potencias, no solo comercial, situaciones como las de Ucrania, Taiwán y las conductas de Corea del Norte.
Vamos a participar en el conflicto de Ucrania, en las posibles confrontaciones armadas por Taiwán y otros territorios, vamos a ver con buenos ojos las conductas de Corea Del Norte, o en los aprestos de guerra que se están dando en el espacio.
Queda claro que tamaña decisión debe ser parte de una política de estado y no de un gobierno de turno.
Esto debe ser parte de un proceso a largo plazo, más allá de las cuestiones económicas de coyuntura o las simpatías políticas.
La prioridad es el interés de los argentinos, la política exterior debe estar al servicio de nuestro desarrollo y de la defensa nacional.
Cuidado, a ver si repetimos lo de las relaciones carnales de Menem cambiando a EEUU por China.

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