Roberto tenía la mirada dulce

Escribo debajo de un cobertizo cerca del bosque. Me viene el olor de la llovizna cuando se mezcla con el verde y la tierra, con la corteza de los pinos. Es un perfume genuino. Si pueden imaginar eso, alcanza para describir al hombre que quiero honrar. Murió hoy en Bragado, Roberto Dematteis. Maestro de lo que más me importa: el amor por las audiencias, el respeto por los que no tienen voz, la generosidad sin límites, la perseverancia para tejer puentes entre las márgenes y el centro.
La voz de la calle (su sección en el diario se llamaba “Qué dice la calle”) está en el cielo. Me lo imagino montado en su bicicleta, sobre caminos azules y de cara al sol.

Sergio Elguezabal

Roberto tenía la mirada dulce
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