Se cumplen 46 años de la desaparición de Raymundo Gleyzer
-Por Natalí Moraglio
Raymundo Gleyzer fue un cineasta, documentalista, crítico y periodista, nacido en Buenos Aires y desaparecido por la última dictadura militar, el 27 de mayo de 1976. Gleyzer se especializaba en la realización de documentales y en trabajos periodísticos, aunque también dirigió algunas películas de ficción. Es considerado una de las figuras más importantes que conformaron el Cine Revolucionario.
Estudió cine en la facultad de La Plata y, desde sus comienzos, consideró al cine militante como un «arma de contra información para las bases».
Paralelamente, en 1965 se abre un nuevo período marcado por su trabajo en noticieros (Canal 7 y Telenoche). En su búsqueda personal, este tipo de trabajos terminará con una película propia «México, la Revolución congelada».
Su película “Los traidores” (1973) fue de gran relevancia en la sociedad, pero también en los represores, que comenzaron a considerarlo “peligrosamente subversivo”. El motivo del film surge a raíz de una fuerte crisis dentro del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Argentina) en 1972 y con la desintegración del FATRAC (Frente Antiimperialista de los Trabajadores de la Cultura). Al mismo tiempo que realizaba “Los Traidores”, filmó un corto sobre la masacre de Trelew: «Ni olvido ni perdón». La película se hizo básicamente con la conferencia de prensa que los fugados del penal habían dado en el aeropuerto (donde estaban varados) y con una serie de fotos. Raymundo dejaba notar la importancia de un nexo que comunicara al cine, con el documental y el periodismo.
En 1973 crea el grupo «Cine de la base» para llevar el cine a los mismos protagonistas de sus films: los desposeídos de la tierra, los obreros, los indios y los campesinos. El objetivo era crear una red que se expandiera por el interior del país, funcionando también como una distribuidora.
Fue una época en donde se organizaban proyecciones con debate; se programaban «Los Traidores», «Informes y testimonios», y «Operación Masacre» de Cedrón, (basada en la novela de Rodolfo Walsh). Las proyecciones no sólo eran programadas en Buenos Aires, también en La Plata, Córdoba, Rosario, Tucumán.
La coyuntura social y política era cada día más hostil y violenta y la militancia de Raymundo iba creciendo. Cuentan que uno de los últimos proyectos que tenía, antes de que lo asesinaran, era formar una cadena de salas dentro de las villas, un cine independiente, levantado con lo necesario –proyector, techos, sillas- para romper los parámetros de un cine elitista y poder llegar a otros espacios. No pudo concretarlo. El 27 de mayo de 1976 le allanaron la casa, tirando la puerta abajo y destrozando todo lo que había dentro. De Raymundo no hubo rastros, hasta que lo dieron por “desaparecido”.
Actualmente, Raymundo es una figura de lucha y militancia –como lo es Rodolfo Walsh- y en diversos lugares del país se llevan a cabo, todos los 27 de mayo, festivales y encuentros con proyecciones de sus películas y cortometrajes, debates y actividades que visibilizan una época de genocidio en nuestro país.
Gran parte de sus trabajos fueron recuperados y restaurados, tanto en la imagen, como en el sonido.
Sin dudas, fue uno de los cineastas que supo utilizar la cámara como un arma de combate. En sus palabras: “Nosotros no hacemos films para morir, sino para vivir, para vivir mejor. Y si se nos va la vida en ello, vendrán otros que continuarán…”
Para recordarlo, algunos de sus trabajos como director: “El ciclo” (1963); “La tierra quema” (1964); “Ceramiqueros de Tras la Sierra” (1965); “Nuestras Islas Malvinas” (1966); “Ocurrido en Hualfín” (1965); “Pictografías de Cerro Colorado” (1965); “Quilino” (1966); “México, la revolución congelada” (1971); “Comunicado cinematográfico del ERP” (1972); “Ni olvido ni perdón” (1972); “Los traidores” (1973); “Me matan sino trabajo y si trabajo me matan” (1974), entre otros.