Se cumplieron 84 años del nacimiento de Leonardo Favio
“Ese es nuestro oficio: testimoniar el llanto, testimoniar la historia, cantarle a la pasión, a la poesía: ser memoria.”
Por Natalí Moraglio.
Fuad Jorge Jury Olivera, más conocido como Leonardo Favio, nació en Las Catitas, Mendoza, el 28 de mayo de 1938. No sólo fue un cantautor y actor reconocido, sino también un cineasta que supo marcar un estilo propio: escenas, diálogos y acciones llevadas a cabo por personajes con una caracterización profunda y certera, una cámara que logró meterse en nuestros hogares y en el común de la gente, con planos que daban cuenta de que también estábamos ahí, a pesar de un estilo propio bien marcado. Un cine que se puede oler, un cine táctil, un cine popular a través de su particularidad.
Favio, años después, expresó que, gracias a la música, obtenía un sostén económico que le permitía poder realizar sus películas: “Yo ya contaba con una gran ventaja: mi popularidad como cantante”, reconocía Favio a Patricia Carbonari , “eso me acercaba al público, además del antecedente de Juan Moreira -más de dos millones de espectadores- el público masivo que me conoce como cantante, una buena parte ve las películas, y me relacionan de las dos maneras. Si no, ¿de dónde voy a sacar 3 millones de espectadores? Yo me juego entero”.
Indudablemente, un artista argentino que dejó notar el carisma, el amor y el talento volcado en sus oficios. Una vida, también, trazada por la autenticidad, la empatía y la lucha. Siendo abiertamente militante peronista, logró encontrar una forma de hacer política estética y artística.
Como cantante, fue exponente de una época dorada para la industria discográfica nacional, un popular intérprete de canciones, con proyección latinoamericana, que llegó a vender 45.000 discos por día. Como cineasta creó películas que se ubican en la cúspide de las obras maestras de nuestro cine, no sólo para la crítica especializada o el ojo académico -que en ocasiones ha seleccionado “Crónica de un niño solo” (1965), su primer largometraje, como la mejor película de la historia del cine argentino-, sino también para el público masivo: “Nazareno Cruz y el lobo” (1975) fue la película más taquillera de nuestra historia, hasta el estreno de “Relatos Salvajes” (2014) de Damián Szifrón.
Para recordarlo, 5 películas de Leonardo Favio:
“Crónica de un niño solo” (1965)
Diego Puente es el joven protagonista del primer largometraje, hecho por Favio, junto a su hermano Zuhair Jury, una constante a lo largo de su filmografía. La historia de Polín no es más que un retrato de la población más vulnerada de la Argentina: un nene abandonado por su familia termina en un reformatorio en el que, además de ser privado de su libertad y de su condición de niño, debe lidiar con todo tipo de abusos.
La idea de “Crónica de un niño solo” era volver sobre el recuerdo íntimo de la fuga de una comisaría en Mendoza, pero con su hermano, “El Negro”, le dieron una vuelta al cuento para sumarle las agrias memorias que ambos tenían de su paso por el hogar El Alba.
La película fue dedicada a Leopoldo Torre Nilsson, quien apadrinó a Favio y dio su aval frente al Instituto del Cine para realizar su ópera prima.
“El Dependiente” (1969)
La película dirigida y guionada por Leonardo Favio es otro drama en blanco y negro que se creó a partir del cuento homónimo de su hermano, Jorge Zuhair Jury. Walter Vidarte, Graciela Borges, Fernando Iglesias y Nora Cullen, son los protagonistas de esta historia centrada en Fernández (Vidarte), el solitario empleado de una ferretería.
Fernández no olvida que Don Vila, su patrón, una vez le prometió al pasar que algún día el negocio sería suyo. A partir de aquel momento, enamorado de la señorita Plasini (personificada por Graciela Borges), sólo espera que ese día llegue, pero el aire de las casas de las mujeres Plasini está viciado por sus miedos y perversiones que, al igual que la ferretería, sólo refuerzan la dependencia de la que el joven no puede evadirse.
“Nazareno Cruz y El Lobo” (1975)
Favio incursiona con una habilidad innata en un terreno fantástico como el terror, de la mano de la adaptación del radioteatro homónimo creado por Juan Carlos Chiappe, donde se explora el mito del lobizón, criatura legendaria de las creencias guaraníes de las que el artista tomaba nota para que su producción sea, antes que nada, fiel a la mitología con la que los pueblos explicaban lo que no podían comprender de su realidad.
Juan José Camero es Nazareno Cruz, un joven campesino que, al ser el séptimo y último hijo varón, corre el riesgo de caer en una temida maldición que lo lleva a convertirse en lobo durante las noches de luna llena y desatar el caos y el temor entre los habitantes. Nazareno podría mantener su humanidad, pero bajo una advertencia: podrá hacerlo siempre y cuando no se enamore (bajo ninguna circunstancia).
n su momento “Nazareno” consiguió más de 3 millones de espectadores y la categoría de una de las películas más taquilleras de la historia del cine argentino.
“Gatica, el mono” (1993)
En 1976, el mendocino realizó “Soñar, soñar”, con Gian Franco Pagliaro y Carlos Monzón. Ese mismo año, tras el golpe militar encabezado por Jorge Rafael Videla, el terrorismo de Estado implantado en el país lo obligó a marchar al exilio por sus convicciones abiertamente peronistas.
Tras su vuelta a la Argentina, Leonardo Favio retoma la producción como el encargado de retratar el ascenso y caída de uno de los más grandes exponentes del boxeo argentino, José María Gatica y relata distintos episodios que parten de una difícil infancia hacia una trágica y prematura muerte.
Edgardo Nieva se pone en la piel del boxeador a lo largo de su carrera, en donde muestra sus años dorados, su acercamiento a Juan Domingo Perón y la caída del ídolo (impulsada también por su militancia y la proscripción del peronismo), entre conflictos y miserias de todo tipo.
“Aniceto” (2008)
Aniceto es una película dramática-musical que dirigió Leonardo Favio en 2008 con Hernán Piquín, Natalia Pelayo y Alejandra Baldoni, como protagonistas de un apasionado triángulo amoroso a través de escenas de ballet y tango entre las que imperan silencios largos y miradas tensas. El guion escrito por Favio estaba basado, una vez más, en un cuento: “El cenizo”.
El filme es la segunda versión de la película “Este es el romance del Aniceto y la Francisca”, realizada por Favio en 1967 (y conocida popularmente como “El romance del Aniceto y la Francisca”). Con decenas de reconocimientos, premios y la ovación de la crítica, fue la última película del mendocino antes de su muerte en 2012.