“Somos lo que comemos”

Por Brenda Beccaglia
Columna semanal de Jóvenes por el Clima Bragado

A lo largo de nuestra vida aprendemos que los alimentos recorren una larga cadena de preparación, fabricación, transformación, manipulación, envasado, almacenamiento y transporte, pero el lado que nunca vemos es el gran impacto ambiental de todo este recorrido.
Considerando la referencia del título: ¿Queremos seguir consumiendo alimentos envenenados y alimentando a las grandes empresas trasnacionales? La respuesta es no, debemos apostar a nuevos circuitos productivos y comerciales, que impliquen una relación más directa entre las personas que producen y las que consumen, adentrándonos en la economía social y solidaria, donde los alimentos y demás bienes son elaborados artesanalmente por cooperativas, pequeños productores y agricultores de la economía familiar, facilitando el acceso de los productos alimenticios a los sectores populares, intermediando entre consumo y producción local.

Debemos caminar hacia modos de producción, distribución, comercialización y consumo más justos y sustentables, sin explotaciones ambientales ni sociales, desde una perspectiva socio ambiental que contenga la igualdad de género, el desarrollo local y la soberanía alimentaria, para que los pueblos tengan el derecho a determinar quiénes y cómo producen los alimentos que llegan a nuestras mesas.
Acerquémonos a un consumo consciente y responsable, considerando las condiciones en las que se producen esos bienes y servicios que nos atraviesan como sociedad, activemos un consumo organizado colectivamente para que pueda expandirse, adentrándonos en la agroecología como producción alternativa.

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