– Por Gonzalo Ciparelli

Llamo a amores pasajeros porque incluso los amores eternos en ocasiones tienden a ser igual de temporales que los primeros.
Atiendo amores pasajeros porque siempre llegan a buen puerto por el simple hecho de que no van más allá y no cortan mi libertad.
Llamé a amores eternos que en realidad, dentro de sí, tenían tanto como yo ,o incluso más, cosas por sanar para lograr amor propio y poder estar sanamente con alguien más.
Aprendí a nadar y a no utilizar chaleco salvavidas ya que no me alejo mucho más de donde pueda soportar. Antes de ahogarme, me retiro del mar.
Esto último lo da la experiencia, o mejor dicho el haber pecado y entregado confianza de más a quien me ha dejado a la deriva, sin chaleco, cuando no sabia nadar. Oportunistas, quizá.
Sobre amores pasajeros logro identificar que se encuentran y que entregan placer y algo más.
Sobre amores eternos, logro identificar que a diferencia de los anteriores, se construyen para lograr así que duren más. El construir conlleva más tiempo que el encontrar.
El tiempo es apostar, si perdés, nunca más lo vas a recuperar. Si ganás, lográs confianza para todo lo que te propongas.
Se desprende una pregunta, nacida del pensamiento, que se vuelca en un papel. Dicha pregunta no posee mas intención que la de lograr profundizar y así encontrar sinceramente una repuesta que cada uno dentro suyo, si desea, también obtendrá.
El amor eterno ¿es mejor que aquel que curó las heridas?

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