-Por Gonzalo Ciparelli

En ocasiones un escrito nace de la sucesión de pensamientos que van surgiendo espontáneamente mientras me dirijo a un lugar algo alejado de la ciudad donde abunda el paisaje natural. Siempre recuerdo haber tenido la capacidad de disfrutar plenamente la naturaleza. Tuve la suerte de haber pasado mi infancia en una casa donde no había asfalto público. Y esto, me dio cierta libertad a la hora de salir a divertirme e inconscientemente ir aprendiendo.
Nunca jugaba dentro de mi casa, siempre me ganaba la curiosidad, y con esto, se me expandía la imaginación. Subía árboles con facilidad y muchas veces me quedaba observando las hojas y que función cumplían. Llegaba a la vía, me quedaba mirando lo extensa que era, la cruzaba y recorría toda la calle El Pampero paralelamente hasta que llegaba a una cortada, donde ahí doblaba a la izquierda hasta situarme en Macaya, lugar donde se encuentra el famoso tanque de agua. Siempre este trayecto estaba caracterizado por algo realmente satisfactorio los días de calor entre las 14 y 15 horas, la sombra que proveían los abundantes árboles.
Escuché buenos CDs de folclore en el stereo del camión que mi papá manejaba en ese entonces y a modo de set de grabación, me aprendía todas las letras que iban quedando en mi inconsciente y después la imaginación me recreaba toda la historia detrás de esa canción, que siempre recuerdo.
Recorrer lugares y momentos de la infancia, nos hace volver por unos minutos a esa infancia, valga la redundancia, que realmente considero importante en el ser humano para determinar lo que es en el presente, y así poder, si lo requiere, profundizar para conocerse más a sí mismo y volver a revivir emociones y sentimientos que quizás cree perdidos pero que de una manera u otra siempre se manifiestan y están latentes.
Hoy elijo también lugares con placenteros paisajes naturales que sé aprovechar y disfrutar y obviamente eso también me lleva a desear conocer diferentes paisajes que están a lo largo y ancho de cada rincón y que generan plenitud y satisfacción. Lo realmente seguro es que creo que la curiosidad y la imaginación en la infancia es lo que realmente expande el día de mañana la creatividad y la profundización, esta última necesaria y primordial también para utilizarla certeramente en ser mejor personas, basándonos en la moral. A prueba y error, claro, pero siempre teniendo esa meta.

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