– Por Gonzalo Ciparelli

Observando un grupo en redes sociales en donde se tratan temas de electricidad con miembros dedicados al rubro, me encontré con un posteo de un trabajo realizado por uno de los integrantes en donde en él invitaba a los demás a calificarlo por su trabajo. En cuanto a aspecto, simetría de los botones, testigos, llaves selectoras y medidas, el trabajo se veía visiblemente aceptado.
En cuanto a funcionamiento no es tan fácil evaluar viendo una simple foto.
Sin embargo, me llamó la atención cuando lo califiqué en cuanto a materiales utilizados. Tablero de plástico, testigos visibles de mala calidad y termomagnéticas y guardamotores de bajo costo. Claramente esto se podría justificar debido quizá a que pertenecía a una pyme o empresa familiar. Sin embargo, acá está la relación que me surgió entre el trabajo realizado y el ser humano.
La calidad importa. En ambos casos.
En los trabajos eléctricos, la calidad garantiza la confiabilidad que nos van a generar los materiales en el momento de su uso.
La calidad garantiza también que ese producto está hecho bajo ciertas normas estrictas y evaluadas para además de ser seguros, sean duraderos. Esto último se puede apreciar con el tiempo, en donde diferentes productos de la empresa se pueden dañar y sin embargo el trabajo llamado caro, con los mejores materiales, sigue funcionando como desde un principio.
La calidad en el trabajo se mide en dinero. Está claro.
En el ser humano, la calidad de una persona también garantiza la confiabilidad, pero en este caso la que nos va a trasmitir con actos.
No es fácil evaluar la calidad de una persona con simples palabras, porque pueden crear ilusión, se evaluá con hechos.
La calidad de una persona también está hecha bajo ciertas normas. Bajo las normas de la educación, de la introspección, de la humildad, de la empatía, de la solidaridad, de la generosidad, que la hacen duradera en el recuerdo de las demás personas.
La calidad de una persona, aquello que trasmitió, se recuerda más que sus palabras. Porque la calidad se mide en los hechos de las normas mencionadas.
La calidad de una persona, a diferencia de la calidad de un trabajo, no se mide en dinero, sino en lo que formó a nivel humano, en lo que posee a nivel esencia y como trasmite eso.
En ocasiones, esto se tiende a olvidar por diferentes factores internos propios, pero siempre podemos encontrar la manera de revertirlo para lograr así, recordar ser mejor persona.

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