Un pulmón verde para aprender en el conurbano bonaerense
En el medio de la urbe, el área del Parque Pereyra Iraola y la Estancia San Juan esconde secretos de la historia y la naturaleza de la región. Flora y fauna autóctona y un árbol rodeado de mitos, son algunas de las potencialidades con las que cuenta este lugar para impulsar proyectos educativos.
Por Manuel Tejo, de agencia DIB
Si uno mira una foto satelital del conurbano bonaerense, en la parte sur se destaca un gran pulmón verde: se trata del Parque Pereyra Iraola, un espacio de más de 10.000 hectáreas que fue declarado “Reserva de biosfera” por la Unesco en el año 2007 y donde convive gran variedad de flora y fauna autóctona y exótica.
En los últimos años, la popularidad del Pereyra Iraola se basó en el conocido “Árbol de Cristal”, pero su importancia va mucho más allá de este ejemplar único y extraño. Estamos hablando de un sitio que cuenta con manchones de talares y que tiene un potencial enorme para realizar actividades educativas en el sector más poblado del país.
“En la reserva hay zorros, gatos monteses y montón de flora y fauna nativa. Está la mariposa Bandera Argentina y también hay coronillos”, le cuenta a DIB la guardaparque Eugenia Cueto que se encuentra a cargo de la Estancia San Juan, un sector del Pereyra Iraola que administra el Ministerio de Ambiente bonaerense (hay otra parte a cargo de Desarrollo Agrario).
En todo ese sector verde ubicado entre la ciudad de La Plata y Berazategui la naturaleza autóctona se mezcla con la importada. “El origen del parque Pereyra no era de plantas nativas”, detalla Cueto. Y agrega: “Este lugar fue creado para que sea algo paisajístico a nivel mundial y le metieron plantas de todo el mundo. Después, cuando empezó a surgir el auge de la conservación de los recursos nativos y autóctonos, todo eso se empezó a modificar”.
El árbol que brilla: ¿mito o realidad?
El “Árbol de Cristal” que se encuentra en el Pereyra Iraola es una especie exótica traída de Malasia hace unos 150 años. La historia oficial cuenta que es el único sobreviviente de 12 ejemplares plantados en el lugar.
En torno a este ejemplar especial circula un mito que dice que la especie suele largar una resina en forma de “lágrimas” que durante las noches de luna llena reflejan la luz del satélite natural y da la sensación de que el árbol queda cristalizado.
“Yo nunca lo vi, pero ese es el mito”, dice Cueto. Aunque aclara: “El árbol si tiene la resina. Quizás en Malasia, en el ambiente que pertenece originalmente, eso sí sucede”.
El nombre oficial de la especie “Árbol de Cristal” es Agathis alba y también se la conoce como “Árbol Campana”. El mismo tiene valor cultural y social (no en materia de conservación autóctona porque no pertenece a la región) y fue declarado como “Monumento natural” de la provincia a través de la Ley 11.341.
La protección se enmarca en el artículo 11 de la Ley 10.907 que determina que “podrá promoverse” como “Monumento Natural” a “las regiones, objetos o especies determinadas de flora o fauna de interés estético, valor histórico o científico”. En este marco, la especie goza de “protección absoluta”.
Vivero para municipios y potencial educativo
La Estancia San Juan cuenta con dos proyectos interesantes para fomentar la forestación con especies autóctonas y promover la formación en cuestiones de conservación.
Uno de las iniciativas es un vivero de plantas nativas para repartir en diferentes distritos de la provincia. “La idea es fomentar a que los municipios vayan adoptando la costumbre de tener plantas nativas para reforestar las ciudades”, detalla la guardaparque.
Y agrega: “Ahí se cultivan especies de toda la provincia para brindar a cada municipio, dependiendo de la región en la que está. Por ejemplo, a Trenque Lauquen se manda barba de chivo, tuna, chañar, las especies que hay ahí”.
El otro proyecto es de perfil educativo. Cueto se desempeña como guardaparque desde los 16 años y ha trabajado en varias reservas y sitios protegidos. Antes de estar en Pereyra Iraola, pasó por la Isla Martín García y también estuvo en el Delta por el Ciervo de los Pantanos. Además, trabajó temporalmente en otros espacios como en la reserva de Mar Chiquita y en el Parque Provincial Ernesto Tornquist.
Con toda esa experiencia, la guardaparque ve en la Estancia San Juan un lugar con un potencial educativo interesante. “Se puede llegar a hacer muy buenos programas de educación. Y también de restauración de ambientes y de control de exóticas”, explica.
En este sentido, cuenta que se está trabajando “para poder armar senderos” de paseo y promover vistas para que las personas puedan conocer “los árboles nativos con los beneficios que tienen, y con los animales e insectos que comparten nicho”, aunque todavía falta un marco legal que habilite al área para este tipo de actividades
“Esta reserva es importante por la cercanía urbana que tiene. El otro día encontramos una zorra con seis zorritos. Ese tipo de cosas los nenes y la gente adulta no suelen ver. Tenemos los recursos al alcance de la mano para mostrarlas y hay planificaciones hechas que todavía no están siendo implementadas. Ojalá comiencen a funcionar pronto”, agrega Cueto. (DIB) MT