Cuando el secuestro del papá de Pablo Echarri llenó de angustia al país

-El 24 de octubre de 2002, Antonio Echarri fue capturado en su puesto de diarios de Avellaneda. Hubo pago de rescate y una “mexicaneada”. Fue liberado una semana después.

Por Fernando Delaiti, de la agencia DIB

“Si vemos merodear un solo cana por tu casa, le pegamos un tiro en la cabeza a tu viejo”. La frase que sonó del otro lado del teléfono de línea fue la peor confirmación. A Antonio Echarri lo tenían secuestrado y Pablo, su hijo, tenía que poner manos a la obra para empezar a reunir la plata, o al menos algo, de lo que exigían. Cien mil dólares fue el primero de los pedidos, aunque finalmente fue mucho menos lo que se pagó, y en pesos, para que el padre del actor fuera liberado el 30 de octubre de 2002.
La pesadilla había empezado una semana antes, el 24 por la mañana, cuando el hombre de 66 años estaba en su puesto de diarios y revistas del barrio Crucecita de Avellaneda. Nadie vio cómo se lo llevaban porque era muy temprano, pero en esas primeras horas algunos testimonios hablaron de un auto rojo sospechoso merodeando la casa de la familia en los días previos a el secuestro. Como era una época donde las cámaras no eran habituales, fue muy difícil comprobar el dato.
Echarri padecía de diabetes por lo que necesitaba insulina, y además había sufrido un preinfarto, meses antes del hecho. Eso desvelaba a la familia que, minuto a minuto, empezaba a ver cómo móviles de la televisión y curiosos rodeaban la casa donde vivían.
Pese a no dar intervención a la Policía, cumpliendo el pedido de los captores, la fuerza actuaba en las sombras. Y el periodismo hizo que no se hablara de otro tema. Ante este panorama y mientras seguidores del actor ponían carteles manifestando su apoyo y cariño, los vecinos de Antonio asistían con comida para evitar que la familia abandonara la casa. Pasaban horas sin dormir, esperando que suene el teléfono, alguna prueba de vida y, además, no querían salir para evitar los flashes.

MANTO DE PIEDAD
El movimiento de la prensa hizo que los secuestradores, en uno de los llamados que atendía el propio actor, exigieran el retiro de los curiosos del lugar. Una vez que eso pasara, se iba a concretar el pago con el dinero juntado por la familia. “Por favor, por la vida de mi padre. Quiten a la prensa de la puerta de casa. Es indispensable poner a este tema un manto de silencio y piedad. A la Policía, por favor, que salgan de la calle y liberen el camino”, dijo Echarri, entre lágrimas, abrazado a su hermana.
Para esa altura, las negociaciones habían llevado la cifra por la libertad de Antonio a 200.000 pesos. Y hasta el club Independiente, de quien era hincha la familia, había tenido el gesto de ofrecer la recaudación de un partido para el rescate. ¿La prueba de vida? Antonio nunca habló con su hijo, pero sí le hacían grabar la voz en un casete y la pasaban por teléfono.
Lo cierto es que hacia la noche del 29 de octubre, el actor de “Plata Quemada”, abandonó su casa por una calle paralela, escondido dentro de un vehículo. Había recibido un nuevo llamado para que llevara el dinero a un lugar. Un dato le llamó la atención: la voz del interlocutor era diferente. Sin embargo, los nervios y el cansancio de horas sin dormir hicieron que Pablo cumpliera con el pedido: Dejar la plata en una bolsa de consorcio en una esquina.
Esa madrugada la familia no pegó un ojo. Esperaban volver a abrazarse con Antonio, pero las horas pasaban y no había novedades. Un nuevo llamado trajo esperanza, pero duró unos segundos. La voz del delincuente sacudió a Echarri. “¿Juntaste la guita?”, le espetó. Allí el actor se dio cuenta de la trampa. La banda que lo había contactado en las últimas horas, la de la “voz diferente”, le había “robado” el dinero a los secuestradores.

LA LIBERACIÓN
Con el ruido que se generó por esa situación, los delincuentes que vigilaban a Echarri huyeron al verse traicionados y rodeados por la Policía. Horas después, los efectivos detuvieron a personas que habían recibido el dinero (recuperaron $175.000) y al día siguiente, el 30 de octubre, rescataron al hombre de 66 años de una vivienda del partido de Almirante Brown.
Ya casi a la medianoche y tras declarar ante el juez, el padre del actor llegó hasta su casa de Villa Dominico. Allí salió a la terraza, y abrazado a su hijo y entre lágrimas, saludó a sus vecinos.
Horas después, aunque cargó contra parte de la prensa por lo que se decía en los medios (un famoso periodista hasta dio a entender en TV que lo habían matado), Antonio reconoció que los captores lo trataron muy bien.
“Nunca me vendaron o amordazaron y me dejaron el mejor colchón de la casa para que descansara”, contó, al tiempo que dijo que le daban la medicación por sus problemas cardíacos y de diabetes y que “jamás” mencionaron la posibilidad de matarlo. Además, relató una infidencia sobre cuando por la tele vio a su hijo pedir que se retirara la prensa de la puerta de su casa: «Me quebré yo y se quebró el pibe (uno de los captores) conmigo».
Luego de un abrazo contenedor y muchas lágrimas, el secuestrador que estaba junto a él le dio un vaso con agua para pasar ese mal trago. Fue allí cuando lo miró y le dijo: “Bueno Antonio, nos tenemos que rajar». Se fueron y lo dejaron solo, en esa casa en la que había estado siete días.
El 1 de noviembre fue detenido José Luis Di Cugno, un sargento retirado de la Policía Federal. A partir de allí, más personas quedaron tras las rejas a la espera de juicio, mientras que otros quedaron en libertad, pese a ser para la Justicia los que se robaron parte del botín. En el medio hubo pase de facturas entre la banda y algunos crímenes, como el del hijo de Di Cugno. Además del efectivo retirado, fueron condenados con penas de 8 a 18 años Juan Maciel, Pablo Mettica, Fabián Mónaco y Juan Torres.
Antonio Echarri murió en noviembre de 2009 y no fueron muchas las veces que su hijo Pablo hizo referencias públicas al secuestro.“A mí ese episodio me transformó. Vi el mundo como era”, contó alguna vez el actor. Y vaya si fue así. Nunca se puede ser el mismo tras una semana de tanta angustia. (DIB) FD

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