Diez balazos en la noche, la muerte de “Santi” y la lucha de la madre que llegó hasta el Congreso

El caso de Santiago Pérez conmocionó a los argentinos en los 90. Un robo “al voleo” terminó en una tragedia. Y su mamá convirtió eso en una búsqueda incansable de justicia que llevó a que se endurecieran las penas de los delincuentes.

“Estás muy lindo con ese saquito nuevo”, le dijo esa noche Mirta de Luca a su pequeño hijo de ocho años, Santiago. Lo que nunca imaginó es que un rato antes de la medianoche de ese 29 de julio de 1997, la ropa que el niño estrenaba iba a terminar manchada de sangre. Y la vida de la familia Pérez nunca volvería a ser la misma.
Todo había comenzado un rato antes en ese martes de invierno, cuando Gustavo Lescano y Juan Francisco Correa realizaban un violento raid delictivo por las calles de la localidad bonaerense de Quilmes. Cometían robos “al voleo” y una de esas víctimas fue la familia que vivía en la calle Olivieri al 1200.
Eran las 23.20 cuando los Pérez llegaron a su casa. Pese a que venían tomando medidas por miedo a los asaltos, como pagar a una empresa de seguridad privada, tener alarma o un portón con control remoto, el destino hizo que los delincuentes pasaran en ese momento por allí.
El padre de Santiago, Daniel Pérez, maniobraba para meter su Peugeot 405 en el garaje cuando de pronto aparecieron cuatro hombres. Apenas los vio, dio marcha atrás sin pensarlo para tratar de escapar. Pero diez cobardes disparos retumbaron en la noche del Gran Buenos Aires. Uno de los tiros pegó en la cabeza de “Santi”, que estaba sentado en el asiento del acompañante y murió prácticamente en el momento. Su mamá y su hermanita, que tenía seis años, iban atrás.
Los proyectiles dieron contra las puertas y el parabrisas del Peugeot, y uno de ellos, calibre 9 milímetros, causó la muerte del niño. Mientras los asaltantes homicidas huyeron en un Renault 11, Pérez llevó a su hijo a la Clínica del Niño, en Bernal, pero ya no había nada que hacer, el pequeño había fallecido.

Las detenciones

Dos semanas después del crimen, dos de los sospechosos fueron detenidos. Fue cuando efectivos de Quilmes se tirotearon con Lescano, Correa y un tercer desconocido, todos moradores de las villas El Monte y Los Álamos. Tras una persecución de unas veinte cuadras, fueron atrapados y uno de ellos resultó herido. El tercero huyó.
Lo cierto es que, según dijo la Justicia en ese momento, confesaron la participación en el crimen de Santiago. Además, se estableció que el arma que les secuestraron era la misma que se había usado aquella trágica noche. Ambos tenían un pesado prontuario que incluía otro homicidio.
En octubre de 2001, los sospechosos fueron llevados a juicio, que se extendió a lo largo de una semana. Allí uno de los testigos clave fue Jorge Bucín, al que habían asaltado antes de ir a la casa de la familia Pérez. Otro relato importante fue el de Mirta, la mamá del pequeño, que gracias a la iluminación que había en la zona reconoció la cara de uno de los asesinos. Tanto ella como otras víctimas identificaron una gorra con un escudo del club Independiente que usaba uno de los imputados y fue encontrada en el Renault 11 abandonado tras el crimen. También hallaron dentro del vehículo la cápsula de una bala disparada por el arma que mató al chico.
Finalmente, la Cámara de Apelaciones de Quilmes condenó a Lescano y Correa por el crimen de “Santi” y por otros tres robos que cometieron esa misma noche. En medio de gritos, llantos y desmayos, la sala escuchó la máxima condena posible: reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado. Es decir, como mínimo 25 años tras las rejas. «Fueron diez tiros que pudieron matar a todos», justificaron en su fallo los jueces, a quienes no les “preocupó” determinar quién fue el que realizó los diez disparos. Los dos condenados eran asesinos.

Lucha incansable

Desde ese día Mirta Pérez ingresó en la actividad pública. Primero a través de la fundación de la Asociación de Víctimas de la Delincuencia. Luego con su llegada al Congreso. En 2003 fue diputada nacional por la lista del Frente Popular Bonaerense (Frepobo), gracias al acuerdo de su jefe, el ex diputado justicialista Alberto Pierri, y el líder del Modín, Aldo Rico.
Más allá que se anotó como vicegobernadora de Pierri en una fórmula que nunca llegó al cuarto oscuro y después se alejó de ese espacio político, lo cierto es que siempre mantuvo su alto perfil político y mediático. De hecho, el Congreso convirtió en ley varios proyectos de su autoría, como el de la sumatoria automática de penas para distintos delitos y la norma que establece mayor castigo para los funcionarios que reciben sobornos.
La mujer, que en 2021 fue precandidata a diputada nacional por «Principios y Valores», la fuerza de Guillermo Moreno, nunca abandonó la lucha no sólo por el caso de su hijo sino del resto de las víctimas de la inseguridad. Como tampoco abandonó la memoria de “Santi”. Y eso lo reflejó en el mensaje que escribió en Instagram al cumplirse 26 años del crimen: “Llegará el día que ya no publique tu foto, porque ese día será el que me reúna con vos y te abrace tanto. Mientras seguiré recordándote y compartiendo con todos los que saben porque ya no estás, porque te mataron y a nosotros también Santi”. (DIB) FD

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