Fiesta Nacional – Orgullo personal

-Por Gonzalo Ciparelli

Todo se viste de fiesta para albergar lo que este año promete ser monumental. Las grandes expectativas se asemejan a la entrada de una nueva estación, donde el ambiente toma otro color, un color que es aceptado y disfrutado en cada rincón.
Es la fiesta del caballo de la cual deseo profundizar y comprender porque personalmente me genera satisfacción y bienestar. Empecemos por entender que allá por el año 1971 varias personas se reunieron con el fin de organizar algo que luego el tiempo en conjunto con la voluntad la dedicación y la constancia transformaron un sueño en una realidad. Hoy es NACIONAL, con todo lo que eso implica.
En cuanto a lo personal, creo que la idea profunda no es la de homenajear al caballo, al animal en sí; sino más bien homenajear su esencia y lo que ésta representa para cada ser humano.
Es el caballo de Bragado, aquel que haciendo honor a sus principios, defendió algo invaluable e innegociable y puso por encima su libertad prefiriendo la muerte antes que la esclavitud, antes que ser domado.

-Morir de pie y no vivir de rodillas.
Lo que todo ser humano desea lograr en el transcurso de su vida, el sentir la necesidad de no responder a nadie más que a uno mismo, de jamás ser adoctrinado o condicionado, ya que nace con una esencia particular, y ésta, si se la reprime, va a generar algo angustiante y abrumador ya que estaría dando lugar a su limitación.
Por otra parte, es orgullo mencionar que en ocasiones he recurrido al recuerdo de mi abuelo paterno para sentirme más parte de esta fiesta, que lleva como estandarte ser la mejor, y que logró a través de los años que la vienen realizando y perfeccionando.
Aunque poco compartí con él, recurro a su memoria de una manera espontánea por trasmitirme lo que sentía cada vez que la fiesta se asomaba, y entregando el alma, participaba en la organización con el fin de generarle alegría a quién concurría y se vaya con ansias de esperar una fiesta cada vez mejor.
Como mencionó un buen cantor: “Se me empaña el cristal de la mirada. Sin embargo no es de tristeza, sino de emoción y de todo lo trasmitido y absorbido. Te llevo en el corazón y en la tradición, Néstor Adolfo Ciparelli, siempre presente en el palenque número 2”.
Por último, he descubierto que aunque existen conceptos camperos que desconozco, cada vez que los leo o me los nombran, mi mente se traslada al objeto en cuestión y sin conocerlo, acierto, y aunque lo podría llamar intuición, yo le llamo el legado que mi abuelo me dejó.

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