Jugar sin poner en juego la seguridad
Carlos Alfonso observó las plazas y advierte sobre riesgos para los niños
Por Adriana Ferrari
Carlos Alfonso es un conocido vecino y comerciante de nuestra ciudad, especialista en bobinado de motores. Es un hombre con experiencia en el rubro técnico y también en el cuidado de menores. Ha tenido hijas, un nieto y una nieta y otra del corazón, a la que sigue acompañando a pasear por las plazas.
Ella tiene síndrome de Down, por lo cual extremó su atención para cuidarla y se convirtió en un observador calificado de los juegos. Ha realizado una minuciosa investigación y lo conversó con varias personas, pero no logró modificar demasiado.
Aclara que su único interés es que los chicos puedan jugar sin riesgos, que no quiere aprovechamiento político-partidario, pero es preciso que se sepa que hay juegos que pueden ser peligrosos y una ley que indica cómo deben ser.
DISPOSICIONES LEGALES PARA LOS APARATOS DE RECREACIÓN INFANTIL
Carlitos, como lo llaman, sabe de electricidad, de fierros y de seguridad, ha observado todas las plazas de Bragado y lo mismo hace en cada ciudad que visita. Lleva un registro de lo que detecta y fotos con las que demuestra lo que dice. Buscó noticias relacionadas al tema y comprobó que lo que él está alertando, ya ha pasado. Pone como ejemplo la hamaca para discapacitados que está instalada en la Plaza Eva Perón, donde una nena que vivía acá, hace algunos años sufrió un fuerte golpe en la frente, con una herida que requirió 17 puntos; en Eldorado (Misiones) otra niña tuvo fracturas expuestas y en Cañuelas hubo un caso fatal. “Esa hamaca—dice—no sirve, ningún discapacitado puede usarla, se suben los chicos convencionales y al ser tan pesada provoca golpes muy fuertes”. La ley 13805, sancionada por la Legislatura de la provincia de Buenos Aires en 2008 es clara: esos juegos tendrían que estar vallados, si es que hubieran sido construidos con las normas de seguridad industrial correspondientes. Pero el caso puntual es que se hizo artesanalmente, con la mejor voluntad, pero sin saber que no es como debe ser para el uso infantil.
-Por eso Alfonso recomienda que se saque ésta y otras similares porque lisa y llanamente son peligrosas. También lo es la calesita que tanto queremos, un ícono de la plaza, un patrimonio que ayuda al sostenimiento del Hogar de Niñas Santa Rosa, pero que ha sido hecha en otro tiempo, sin elementales condiciones de seguridad: hay tornillos salientes, el espacio entre el piso del carrousell y el suelo es muy estrecho (si un bebé se escapara, podría entrar en lo que sería una picadora), no hay a la vista un «botón de PARE» para una emergencia ni descarga a tierra donde se usa electricidad. Tampoco observó que haya disyuntores en las plazas, más aún cuando en algunos eventos suelen verse cables sueltos en la calle. Los juegos deben tener asientos de plástico, caños redondeados, sin filos ni bordes que puedan lastimar; la altura de los toboganes contemplará los ángulos de caída que tiene que ser sobre suelo blando, como mínimo, la tierra (muchas veces se colocan inflables sobre el asfalto, por ejemplo, en la calle frente a la Estación). Los asientos de las hamacas deben ser de goma y sólo dos por pérgola, para evitar que un niño se cruce para ocupar la del medio cuando están las otras están en uso. Podrá decirse que hace años que los juegos están así y que hay otras urgencias, pero lo planteado es suficientemente ilustrativo como para pensar que los riesgos existen y que la ley ya lo ha previsto.
Esa legislación define las características a respetar para la instalación de equipos de recreo para menores de 12 años en plazas, parques, escuelas, restaurantes, lugares turísticos y locales para fiestas infantiles. Dispone alturas, distancias y todo lo que se considera necesario para garantizar la seguridad de su uso. También tiene un capítulo referido a los que se destinan a niños con discapacidades.
UNA NUEVA MIRADA PARA LAS PLAZAS
Lo que Alfonso plantea no es imposible de concretar. Se trata de adecuar los juegos existentes a las condiciones que establece la normativa provincial y los que vayan a instalarse de aquí en adelante, tendrían que ser los que se han diseñado especialmente para fines recreativos (esto ya se está poniendo en marcha en establecimientos escolares). Este compueblano inquieto ya los ha visto en otros lugares, por ejemplo en México, cuando visitó a su nieta más pequeña. Allí vio que sobre el piso hay una especie de piedritas, pero de goma, lo cual amortigua los golpes infantiles, cuando bajan de toboganes, hamacas o sube y bajas.
-Igualmente, no hay que ir tan lejos, porque en el país quizás haya muchos y él mismo los vio en Winifreda (La Pampa) y más cerca aún, en el CEC 801, que este año incorporó un vistoso y seguro parque de juegos en su patio, entregado por el Consejo Escolar y el Municipio (también los recibieron algunos jardines). Y aunque a primera vista parezca ir en contra de la inclusión, considera que los aparatos recreativos para discapacitados deberían estar en las escuelas, donde hay supervisión del personal correspondiente. En cambio, en las plazas, al no ser los adecuados y de uso libre, no cumplen su función y generan riesgos. Temas que deberían ingresar en la agenda pública y ser debatidos, incorporando esta información que ha recopilado un vecino con conocimientos técnicos y preocupación por los niños.