Lenguaje inclusivo: ¿revolución o aberración del lenguaje?
Según el filósofo Aristóteles “El hombre es un ser social por naturaleza,” esta cita constata que nacemos con la característica social que se va desarrollando a lo largo de la vida de todo ser humano ya que necesitamos de los otros para sobrevivir. Para entender mejor el concepto es necesario partir de dos dimensiones: la dimensión individual y la social.
Toda persona posee una dimensión individual y con base en ella desarrolla su personalidad. Dicha dimensión está integrada en la dimensión social del ser humano para la convivencia en comunidad desde que nace.
La dimensión individual tiene que ver con las cualidades que adquiere, reconoce, explora y usa una persona para convivir en comunidad pacíficamente y beneficiarse los unos a los otros, esta dimensión debe concordar con la social para convivir en sociedad a partir de aprendizajes individuales hacia adentro y aprendizajes colectivos hacia afuera, es decir: hacia la sociedad.
Este aprendizaje se llama proceso de y sociabilización y se trata del conjunto de aprendizajes que las personas necesitan para relacionarse con autonomía, autorrealización y autorregulación dentro de una sociedad. Por ejemplo: la incorporación de normas de conductas, la cultura y principalmente, el lenguaje.
De esta forma se adquieren elementos para mejorar la capacidad de comunicación y la capacidad de relacionarse en comunidad. El ser humano necesita vivir en sociedad ya que no es autosuficiente y requiere de la ayuda y protección de los demás de su especie, formando lo que se conoce como comunidad, de ahí nuestra tendencia a agruparnos en vez de aislarnos
La organización de la sociedad requiere de la naturaleza política y comunicacional del ser humano y esta organización deriva en el derecho gracias a la virtud de los ciudadanos y a la práctica de la justicia para crear el bien común.
LENGUAJE INCLUSIVO
En los últimos años se formuló una nueva forma de utilizar el lenguaje, denominado “lenguaje inclusivo” cuyo fin es el de romper con la verticalidad de un lenguaje desigual que se utiliza históricamente en las sociedades.
¿Qué es el lenguaje inclusivo?; ¿resulta exagerado decir que el lenguaje es desigual?
El lenguaje no está exento de la desigualdad que existe en nuestra sociedad y el uso del genérico masculino es una demostración de la inequidad histórica entre hombres y mujeres. Esto de alguna manera legitíma la posición del poder del varón por sobre la mujer. Por ejemplo: cuando queremos referirnos a todas las personas que trabajan, incluidos mujeres y varones, se dice “los trabajadores” y no “las trabajadoras”.
Si bien hace más de 20 años la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (U.N.E.S.C.O) sugirió que se hablase de “niños y niñas” en vez de apelar al masculino genérico, este no es el único problema:
Al plantear todo en términos femeninos o masculinos pueden quedar excluidas personas que no se sienten representadas con las sexualidades dominantes, este carácter binario del lenguaje visibiliza únicamente a dos grupos. Pero claro está que existen otras identidades de género.
El lenguaje inclusivo surgió como una forma de hablar que sea más justa y que no excluyan y oprima a ningún grupo de la sociedad, primero surgió el @, utilizándose en palabras como: “niñ@s”, “tod@s” o “chic@s”. Posteriormente se intercambió el @ por una X: “niñxs”, “todxs” o “chicxs”.
¿Esto brindo una solución firme para el dilema?
La respuesta es negativa. El problema está en que ese lenguaje inclusivo sólo sirve para ser escrito, ya que ni la X ni el @ se pueden pronunciar. Ahí es que apareció la E: “todes”, “chiques”, “niñes”.
¿Cómo funciona?
Se reemplaza la letra que le da el género a las palabras, es decir, la letra O y la letra A por una E. Cuando una palabra en femenino termina en A, pero en masculino no termina en O, se modifica el femenino por una E (este sería el caso de “nena” y “nene”). Sí la palabra masculino coincide con la forma neutra, queda como ésta y se le suma a un adjetivo o pronombre sin género: “les nenes”, “les pibes”.
Por otro lado, si una de las palabras ya es indefinida, como “valiente” o “cantante”, no es necesario modificarla. También se cambian los pronombres, como, por ejemplo: “ellos” por “elles” o “tuyos” por “tuyes”.
Según explica el Manual de Asamblea No Binarie (A.N.B), para mantener la coherencia dentro de una oración, los objetivos y modificadores que le corresponden a un sustantivo deben coincidir en género y número. Es decir: Si el sustantivo es “chicos” pasa a ser “chiques” y se podría decir “les chiques son valientes”. Si el sustantivo es “mesa” se dice “la mesa es alta”, no cambia. Si el sustantivo es “estudiante” se dice “el estudiante fue al recreo”
El lenguaje no sexista e inclusivo es un fenómeno global, en la actualidad son les jóvenes quienes más promueven su utilización y esto se ve reflejado en las redes sociales, se está debatiendo en distintos países del mundo y la discusión va mucho más allá de un cambio de vocal. Por ejemplo: en Chile el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (C.N.C.A) publicó una guía del lenguaje inclusivo con recomendaciones para eliminar los estereotipos de género y la discriminación; En España y Francia existen movimientos que alientan el uso el lenguaje no sexista en universidades e instituciones; En nuestro país, facultades públicas como la cede de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata permite a sus estudiantes utilizar el lenguaje inclusivo tanto de forma oral en las clases, como en formato escrito en exámenes, trabajos prácticos, exámenes finales y presentaciones de tesis.
Sin embargo, la Real Academia Española (R.A.E) desalienta su uso y asegura: “el uso de la letra E como supuesta marca del género es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos”
Cabe destacar que hasta el 2017 la R.A.E definía al “sexo débil” como “conjunto de las mujeres” y recién en 2018 modificó la definición de “facil” ya que en una de sus secciones aseguraban “dicho especialmente de una mujer que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales”
Si bien existen ciertas instituciones, como las escuelas u organismos oficiales, que se rigen por la R.A.E la lengua avanza y es independiente de las normas o reglas que esta disponga. El lenguaje antecede la institución, por lo tanto, es la R.A.E la que debe adaptarse a los cambios y no al revés.
El lenguaje inclusivo ya existe y lo que busca la neutralidad es para darle lugar a la diversidad y por sobre todas las cosas, no dejar a nadie afuera.