– Por Gonzalo Ciparelli

Cuanta fortaleza tiene mi broche cuando a él recurro.
Aquel que me mantiene en equilibrio constante, día a día, y no me deja caer.
Me sujeta entre ganadas y perdidas
Entre alegrías y tristezas
Entre el amor y el desamor
Entre lo que creo perder y lo ganado
Entre la plenitud y el abismo
En ciertas ocasiones, que logro distinguir fácilmente, me sujeta con suavidad, con despreocupación, entendiendo que todo marcha bien y es el camino correcto.
En otras, lo hace de una manera sobrenatural, aplicando la mayor de las fuerzas, como si de mi inconsciente se desprendiera un grito de ayuda que pide sacarme de una situación que me lastima, o que tarde o temprano lo hará, y actúa conociendo el peligro que esto conlleva.
Cuanta fortaleza tiene aquel broche que me mantiene equilibrado entre lo absorbido en la infancia, lo bueno y lo malo. Lo que construyeron aquellos que estuvieron y lo que construyen aquellos que están.
Familia, amigos, amores.
Navego y naufrago entre errores y aciertos.
Entre amores perdidos y ganados.
Entre situaciones que me llenan de felicidad y otras de tristeza.
Al final de todo esto, siempre habrá tiempo para arrepentirme de lo que no hice.
Sin embargo también, lo que no hice pudo haberme desviado a lo que sí hice y no me arrepentí.
La suerte, tanto mala como buena, es amiga de la acción. Equilibrio que hay que lograr profundizar.
Me conduje a donde hoy estoy. Todo lo que hice, pero también todo lo que elegí no hacer.
Un no interno, es un limite sano.
«Si no existiera el no, el sí estaría de más»
Cuanta fortaleza tiene mi broche. Aquel que me mantiene equilibrado y no me deja caer.
¿Cuál es el tuyo?..¿A quién o a que te aferras cuando sentís que estás por no dar más?

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