-Por Gonzalo Ciparelli

Una vez eliminada de uno la ira, el duelo prosigue su camino hacia algo, si se quiere, más sano. La negociación.
En esta nueva etapa (aclaremos, inconsciente) el ser humano que sufre por algo que se rompió, realiza una especie de negociación consigo mismo ya que entiende que de esa manera presente no puede continuar. Entiende que no siempre hay que vivir el presente, porque este no siempre trae bienestar. Debe construir un nuevo presente, que va a estar formando por la unión del pasado y del futuro. Es claro, el pasado para entender que en otras oportunidades también sufrió, pero sanó; y el futuro para recordar hacia donde desea llegar y que meta desea cumplir.
Una pérdida, conlleva su tiempo para sanar, y estas pueden ser inesperadas, o no, ya que en varias ocasiones uno puede realmente identificar que se aproxima una pérdida, una rotura.
Aún así, sea inesperada o esperada, el ser humano no está preparado para entender que algo en su vida va a cambiar o cambió; que está transitando o que va a transitar una pronta pérdida que va a ser claramente para toda su vida y por lo tanto, cierto tiempo no se va a encontrar equilibrado emocionalmente. El tiempo en conjunto con la profundización es vital para entenderlo y sobrellevarlo. No para olvidarlo. Sí para recordarlo distinto.

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