Tres de cuatro personas con hipertensión arterial no tienen un control adecuado
El Día Mundial de la Hipertensión Arterial, que se celebra el 17 de mayo, busca prevenir, diagnosticar y controlar esta enfermedad.
Solo el 25% de las personas hipertensas se encuentra adecuadamente controladas, según el último Registro Nacional de Hipertensión Arterial (RENATA 2), elaborado en forma conjunta por el Consejo Argentino de Hipertensión Arterial y la Federación Argentina de Cardiología. Otros datos que se desprenden de ese estudio: uno de cada tres argentinos es hipertenso, de los cuales el 66% conoce su condición pero solo la mitad de los pacientes hipertensos está tratado farmacológicamente.
La hipertensión arterial (HTA) es un trastorno por el cual los vasos sanguíneos tienen persistentemente una tensión elevada, según la define la Organización Mundial de la Salud (OMS). La sangre se distribuye desde el corazón a todo el cuerpo por medio de los vasos sanguíneos. Con cada latido, el corazón bombea sangre a los vasos. La tensión arterial se genera por la fuerza de la sangre que empuja las paredes de los vasos sanguíneos (arterias) cuando el corazón bombea. Cuanto más alta es la tensión, más dificultad tiene el corazón para bombear.
En este contexto, la hipertensión arterial (HTA) es el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, además de demencia, insuficiencia renal y retinopatía, entre otras. Una persona con hipertensión arterial puede no experimentar ningún síntoma. De ahí, lo fundamental de los chequeos médicos regulares para prevenirla y tratarla. Asimismo, se considera que la HTA es responsable del 19% de todas las defunciones a nivel mundial.
De acuerdo a lo expuesto por el Ministerio de Salud de la Nación, la hipertensión arterial (HTA) es multifactorial porque está determinada e influenciada por distintos factores. La herencia (padres o hermanos hipertensos), la edad (con el paso de los años la posibilidad de ser hipertenso aumenta mucho), el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, la falta de actividad física, la obesidad y el consumo excesivo de sal son algunos de los factores que provocan HTA.
En Argentina, una persona consume 12 gramos de sal diarios y duplica los 5 gramos por día que recomienda, como máximo, la OMS. La mayor parte de ese consumo, entre el 65% y el 70%, proviene de los alimentos procesados o industrializados, incluso presente en alimentos que pueden no tener sabor salado, como panes, galletitas dulces, copos de cereal, lácteos y conservas.
Para disminuir o evitar el consumo de sal es indispensable disminuir al máximo la compra de productos ultraprocesados. “Es clave retomar el hábito de realizar preparaciones caseras con alimentos naturales como legumbres, carnes, huevos, verduras y frutas de estación. Es decir consumir menos productos envasados y más alimentos reales”, aseguró Andrea Delledonne, licenciada en Nutrición (MP 1715) y miembro del Consejo Directivo del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.
Por otro lado, el consumo de sal de mesa, ya sea para cocinar o agregar a las comidas una vez servida, representa alrededor del 15% del total de la ingesta diaria de sal. “Muchas personas agregan sal aún antes de haber probado la comida servida, por lo que es importante también trabajar en este aspecto, incentivando a sacar el salero de la mesa”, explicó la nutricionista bonaerense.
“Para reemplazar el sabor salado se pueden utilizar otros condimentos que le dan sabor a las comidas, tanto aromáticos como picantes o ácidos. También se puede priorizar las formas de cocción, que realcen el sabor de los alimentos, como horno, parrilla, plancha o vapor”, sostuvo Delledonne, y aconsejó “trabajar con las familias la idea de evitar todo tipo de agregado de sal a las comidas durante los primeros años de vida de los niños y niñas”.
Desde el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires consideran fundamental la implementación de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, sancionada el año pasado, que tiene como uno de sus ejes el etiquetado frontal de advertencia, para distinguir con un sello octogonal negro en el frente del envase a aquellos productos altos en sodio, componente principal de la sal, entre otros nutrientes críticos y nocivos para la salud.